Peralejos de las Truchas en Fiestas

Por Jmbigas @jmbigas
Este fin de semana he tenido ocasión de viajar al pueblo de Peralejos de las Truchas, que celebraba las Fiestas en honor de San Mateo.

El pueblo de Peralejos de las Truchas
(JMBigas, Septiembre 2010)


Peralejos  (pop. 166; provincia de Guadalajara, en el Parque Natural del Alto Tajo; 1187 metros de altitud) está situado a unos 230Km de Madrid (por Alcolea del Pinar y Molina de Aragón). Hay que contar un mínimo de dos horas y media para el trayecto en coche. Tradicionalmente, siempre ha resultado atractivo especialmente para cazadores y pescadores. Para los pescadores, tres ríos discurren por los alrededores del pueblo: el Tajo, el Cabrillas y la Hoz Seca, donde se pueden pescar básicamente truchas. Para los cazadores, y dependiendo de la temporada del año, hay cérvidos, jabalíes, perdices,...

Al principio del otoño es muy famosa la berrea de los ciervos, que a menudo se puede escuchar desde el propio pueblo al caer la tarde.En el pueblo existe desde hace muchos años la Fonda (o Pensión) Pura, que era el alojamiento utilizado por los cazadores y pescadores que acudían a la zona. Con la creación del Parque Natural del Alto Tajo, se ha desarrollado mucho el turismo rural en el pueblo, con la creación de algunos hostales, así como apartamentos turísticos, que pueden alojar simultáneamente bastantes docenas de visitantes.Doña Pura está a los mandos de la Fonda Pura, como no podía ser de otra forma. Hace años, sus cuatro hijas la ayudaban en la tarea, pero actualmente es su hija Puri la que regenta el comedor y el servicio de las habitaciones. La Fonda ofrece un alojamiento modesto, pero confortable, que incluye desayuno, comida y cena, por una tarifa de Pensión Completa desde 32 Euros por persona. El comedor también ofrece un menú de comida y cena a no residentes, con el límite de la capacidad disponible.La Fonda Pura incluye un par de edificios adyacentes, de dos plantas, y tiene un pequeño jardín muy agradable en la parte delantera.

Suelta de vaquilla por las calles del pueblo
(JMBigas, Septiembre 2010)


Para las Fiestas, el Ayuntamiento había preparado un programa clásico. Aparte de los tradicionales entretenimientos para los niños, el sábado por la mañana (a las diez y media) había suelta de vaquillas (tres; por turnos) por las calles del centro del pueblo, valladas al efecto. Al final de la calle de la Fonda Pura, había una valla metálica, con barrotes separados entre sí la distancia conveniente para que las personas puedan cruzar de uno a otro lado, pero que las vaquillas no puedan franquear. Bueno, está preparada para que la mayoría de personas las puedan cruzar. En mi caso, me quedaba atorado a mitad de camino (¡a ver si voy a tener que adelgazar!), por lo que me pasé todo el festejo en el lado seguro.

Los jóvenes (y no tan jóvenes) del pueblo y (casi) todos los visitantes estábamos allí. Algunos jugando a esquivar a la vaquilla, hasta que tocaba amarrarla para encerrarla en su cajón, preparado al efecto junto a la Plaza Mayor. Seguro que alguno de los visitantes, aprovechando la distracción del resto, estaba haciendo lances en el río, para ver de atrapar alguna trucha con resaca. No hubo ningún incidente, más que algún resbalón.

Los buitres rondan los riscos, camino del Puente del
Martinete (JMBigas, Septiembre 2010)


Terminadas las vaquillas, y hasta la hora de comer donde la Pura, algunos nos fuimos a dar un paseo por la carretera que bordea el pueblo, hacia el Puente del Martinete. Bueno, yo soy urbanita, y poco habituado al campo y a las caminatas. Por mi culpa me junté con algunos expertos en senderismo, caminatas y demás. Y, claro, le llaman paseíto a una caminata de dos horas sin parar. Resistí, pero tuve que buscar alguna piedra donde apuntar el culo, cuando lo que me dolía excedía ampliamente a lo que no.
Comimos en la Fonda hacia las tres (sopita de cocido, ciervo estofado y tarta al whisky; vino y casera, con una cervecita de aperitivo). Para las cinco y media de la tarde estaba prevista una novillada en la Plaza de Toros desmontable que se había instalado a la entrada del pueblo.
Peralejos tiene una charanga local (con cinco o seis instrumentos), llamada Las Mirindas. Pero para las Fiestas, el Ayuntamiento había contratado a una charanga más poderosa y profesional, los Artistas del Gremio de Ejea de los Caballeros (Zaragoza). Llegaron los chicos (y una chica, que dominaba el saxofón) a la Fonda Pura el viernes hacia la una de la madrugada. Creo que tenían ya una actuación hacia las cinco y media de la mañana, en lo que ellos mismos denominaban la "charanga de los borrachos". Su siguiente actuación iba a ser durante la novillada.
A las cinco y cuarto salió la charanga de Ejea de la Fonda Pura hacia la Plaza de Toros, desfilando y tocando. El festejo consistía en dos novilleros con sus cuadrillas, cuatro novillos, y suelta final de una vaquilla, para regocijo de los jóvenes etílicos. Con un todoterreno en lugar de mulillas.
Claro, Las Mirindas también estaban en la plaza, y fue curioso asistir a la sana rivalidad entre las dos bandas. La banda local disponía de acordeón, trompetas, saxo, mientras que la profesional disponía de dos trompetas, trombón de varas, saxofón, timbal y helicón (una especie de tuba, pero a lo bestia).
De los dos novilleros, uno era venezolano, y apuntaba maneras. De hecho, obtuvo dos orejas en cada uno de los novillos, y salió a hombros de la plaza. El otro era más técnico, más de academia, pero no tuvo ninguna suerte con el estoque, y tuvo que conformarse con trofeos menores. Por supuesto, las dos cuadrillas estuvieron alojadas durante ese día en la Fonda Pura.
Por la noche, todos los días había actuación en directo en la Plaza Mayor. Con rock, pop, y el clásico vocalista acompañado por una organista y una animadora, que desgranó boleros, rancheras y pasodobles. Para mi gusto, con un exceso de vatios de sonido todos ellos.

Praderas y monte bajo, junto a Peralejos
(JMBigas, Septiembre 2010)


Ir a Peralejos acompañado de cazadores, pescadores, senderistas, montañeros, tiene evidentes riesgos. Te puedes ver en cualquier momento enrolado en una aventura que no es la tuya, con la que tienes que lidiar como puedas. Afortunadamente, Septiembre es época de setas en los alrededores, e hicimos un par de incursiones seteras. En las que acabas andando más de lo que parece, mirando todo el rato al suelo, para detectar las setas de cardo, que brillan al Sol según los ángulos, y algún (escaso) níscalo. Y doblando el espinazo para recoger las setas avistadas. En fin, todo un desafío para un urbanita. Pero soportable.
Entre el viernes por la tarde y el domingo por la mañana, conseguimos en total algún kilo de setas de cardo y tres (unidades, no kilos, por supuesto) níscalos. El domingo nos acompañó Alejandro, el marido de Doña Pura. Con su conocimiento del terreno, nos llevó a algunas zonas donde habitualmente se pueden encontrar setas. Claro que tampoco éramos los primeros esa semana en ir por esos andurriales con tan aviesas intenciones. Y pasamos por zonas que ya habían sido depredadas por los que nos antecedieron. Pero bueno, anduvimos por las praderas, los bosques y el monte bajo, lo suficiente para pillar el Sol en la cara, en días más bien frescos.
Como algunos de los amigos que íbamos se trajeron sus instrumentos musicales (acordeón, guitarra) también tuvimos alguna serenata en el salón de la Fonda Pura, así como en el jardín, y por las calles del pueblo. 
El domingo al mediodía, Doña Pura nos cocinó parte de las setas de cardo para el almuerzo, con sus ajitos y demás. Estaban deliciosas, aunque yo tengo cierto reparo en comer las cosas que nacen directamente de la Tierra, y prefiero que los intermediarios las procesen (vacas, cerdos, corderos,...). Claro que, ahora que lo pienso, igual si cambiara mis hábitos podría deslizarme entre los barrotes de la valla...
Para las seis de la tarde del domingo, después de la correspondiente sobremesa y las cabezaditas de rigor, iniciamos el viaje de vuelta a Madrid.
Además de las fotos que ilustran este artículo, he preparado para vosotros una colección de 33 fotografías de los diferentes eventos, a la que podéis acceder desde aquí.
En resumen, un fin de semana muy agradable y placentero. Relativamente cansado, pero de todo se recupera uno.
Peralejos de las Truchas y sus alrededores, bien merecen una (o varias) visitas.
JMBA