Desde que sabe que es hijo de un dios del Olimpo, Percy Jackson espera que el destino le depare continuas aventuras. Y sus expectativas se cumplen con creces. Aunque el nuevo curso en la Escuela Meriwether transcurre con inusual normalidad, un simple partido de balón prisionero acaba en batalla campal contra una banda de feroces gigantes. A partir de ahí los acontecimientos se precipitan: el perímetro mágico que protege el Campamento Mestizo es destruido por un misterioso enemigo y la única seguridad con que contaban los semidioses desaparece. Así, para impedir este daño irreparable, Percy y sus amigos inician la travesía del temible Mar de los Monstruos en busca de lo único que puede salvar el campamento: el Vellocino de Oro.
Encuadernación: Tapa blanda
Por fin he podido retomar la relectura de los libros de Percy Jackson, y en esta ocasión tocaba el segundo, Percy Jackson y el mar de los monstruos. Aquí podéis encontrar la reseña del libro anterior, Percy Jackson y el ladrón del rayo.
Al acabar el primer libro, Percy se encontraba en el Campamento Mestizo, un campamento en Long Island, en Estados Unidos, en el cual los hijos de los dioses entrenan sus habilidades. Los dioses griegos son reales y la costumbre de las leyendas griegas de engendrar hijos con mortales sigue vigente. Al igual que los dioses, también son reales los monstruos, que buscan dar muerte a los semidioses. Esta historia ocurre en el presente, en el cual la mitología y la actualidad están completamente entretejidas.
Al comienzo del libro, Percy se ha despertado de un sueño. Debido a la parte divina que tienen los semidioses, un sueño no es nunca solo un sueño. Suelen ser el medio que utilizan las deidades para comunicarse con los héroes, y al mismo tiempo, les permite vislumbrar el futuro y/o eventos que estén teniendo lugar en ese momento. Son como una especie de proyección astral/clarividencia, pero sobre la cual los semidioses no tienen ningún control. En este sueño, Percy ve que su amigo Grover está en peligro. Por desgracia, al despertar Percy no recuerda bien los detalles del mismo, por lo que se centra en el día que tiene por delante: es el último día antes de las vacaciones de verano, y Percy ha conseguido pasar el año escolar sin que alguna tragedia tuviese lugar. A lo largo de este año, Percy ha hecho un nuevo amigo, Tyson. Tyson es descrito, grosso modo, como un chico de la edad de Percy con el cuerpo de un guardaespaldas musculoso y con la mentalidad de un niño de 5 años.
Todo parece ir bien hasta que, en clase de Educación Física, los amigos del matón de turno, que ya parecían excesivamente grandes antes, se transforman en Lestrigones, los gigantes come-hombres que Ulises sufrió en la Iliada.
Con la ayuda de Annabeth, que aparece buscando a Percy, y de Tyson, que ha demostrado una gran fuerza e inmunidad al calor y al fuego, Percy consigue salir vivo de ese gimnasio. De vuelta al Campamento Mestizo se descubre que el árbol de Thalia, un árbol mágico que protegía y ocultaba el campamento, ha sido envenenado. La única opción que tienen los semidioses es salir en busca del Vellocino de oro, una piel de carnero dorada mágica imbuida de magia natural que es capaz de curar el árbol.
Cuando Dioniso, el dios del vino y la locura y director del Campamento, entrega la misión de rescate a Clarisse, Percy se escapa junto a Annabeth y Tyson para, no solo encontrar el vellocino, sino también salvar a Grover.
Este libro nos permite volver al mundo de Percy Jackson, presentándonos a otros dioses y seres inmortales y desvelándonos información sobre los personajes. Lo que puede parecer un libro para niños a simple vista, se revela como un mundo complejo y con unos personajes de muchas facetas. El personaje de Tyson nos permite ver cómo Percy y Annabeth reaccionan a una situación en la que no se habían visto antes. Personajes que aparecieron en el primer libro como personalidades muy "básicas" demuestran que son más de lo que parecían, y las relaciones entre los personajes evolucionan.
Al igual que el libro anterior, este se lleva un "Muy bueno" por mi parte, en especial porque amplia muchas más cosas que el primero, que se utiliza para sentar la base de este mundo.