Los días van pasando, y seguimos caminando sin ser conscientes de a dónde vamos ni quizás, a dónde queremos ir. En esta espiral; cuando te sientes sin rumbo y dirección, tienes la necesidad de parar y ordenar por un lado la mochila, por otro la agenda y finalmente la vestimenta.La mochila, porque con el paso del tiempo tendemos a llevar cosas inútiles, que pesan y que no tienen ninguna utilidad en nuestra travesía. La agenda, porque quizás la sensación de estar perdido nazca de una mala organización y no de una meta demasiado lejana o ruta mal elegida. Y por último la vestimenta, porque para hacer cualquier cosa necesitas llevar un atuendo adecuado: para una fiesta de gala, una camisa y un bigotito señorial; o para hacer senderismo, unas botas de montaña y un buen chubasquero.
Tener todo en su sitio, ayuda a caminar; no es una invención de nuestros padres para mantener el orden en casa. Realmente funciona.
Hoy es el día de abrir el macuto y hacer limpieza. Me atrevería a decir más. Hoy es el día de cambiar de bolso, porque la moda de los "maxi" está provocando demasiados dolores de espalda y alguno que otro de cabeza, por pensar en lo que nos falta, más que en todo lo valioso que llevamos dentro. También es día de reorganizar, de hacernos un planning para cumplirlo. Para darnos cuenta de la capacidad que tenemos de alargar los días, porque aún somos lo suficientemente jóvenes como para reducir horas de sueño por aquello que merece la pena. Y por último, es tiempo, de mirarnos delante de el espejo, sin cubrirnos. Dejando atrás la persona que somos, cuando nos pintamos las uñas o los labios de rojo; porque entre tanta capa que nos obliga a llevar el invierno, a veces se nos olvidamos el color de la piel que habitamos. Esa piel que nos define, y que nos hace únicos e irrepetibles, más allá de la bufanda o los pantalones que llevemos hoy puestos.Quizás la palabra de hoy sea descubrir.
Des-cubrir.