Cumplimos años y nos quedamos huérfanos de referencias vitales que vamos perdiendo con la edad. Referencias que nos vinculan, a través del arte, la cultura, la música, el deporte o el espectáculo, con la época que nos tocó vivir. Poco a poco nos invade una sensación de extrañeza, de aislamiento en un mundo que se va haciendo desconocido, ajeno a nuestra existencia. Y nos sentimos solos, desorientados en esta experiencia de convivir y relacionarnos con los demás. Sobrevivimos sin comprender las nuevas modas y sin ligarnos a los movimientos contemporáneos de masas. Simplemente, vamos anotando las pérdidas que vamos sufriendo. Y este año han sido muchas, demasiadas. Como Juan Goytisolo en la literatura, o Federico Luppi, Nati Mistral, Jeanne Moreau. Roger Moore y Jerry Lewis en el cine, que también perdió al director y guionista Basilio Martín Patino; o Walter Becker, cofundador de Steely Dan, John Abercrombie, guitarrista de jazz, y Tom Petty, Chuck Berry y hasta mi adorado Al Jarreau en la música. Por perder hemos perdido al dibujante de cómic Alfonso Azpiri y al mítico piloto español de motos Ángel Nieto. En el plano personal, también se fue hace un año, sin molestar, la abuela, mi suegra, dejándonos un vacío inconsolable. Y así, pérdida a pérdida, hasta que nos toque. Es ley de vida, a la que llegamos desnudos y abandonamos en la más absoluta orfandad. Y es que estoy en modo sentimental, como Step Ahead.