No leas esto si no has visto el final de perdidos todavía.
El círculo se abre y se cierra. Jack abre los ojos... Y Jack los cierra.
La isla y su interior enérgico y luminoso, del que todo depende. La Piedra Filosofal; el motor inmóvil de los tiempos.
El destino de unos personajes desgraciados. El reencuentro de unos personajes felices en un ahora que no existe.
Dos presentes, ¿o quizá tres?, uno real, ¿o quizá dos?.
Sucesión de guardianes, destino encadenado. ¿Quién ocupará el lugar de Harly?
Todos moriremos algún día. Después, simplemente hay que seguir adelante.
* * *
Estas son mis reflexiones trasnochada (literalmente), tras ver en directo el final de perdidos. Un final emotivo y redondo; con un apasionante reencuentro lleno de armonía para sus protagonistas, y de tristeza por el duelo para los espectadores.
Nosotros también debemos seguir adelante.
Falto de explicaciones más técnicas y específicas, para los más amantes de la clásica ciencia ficción (¿Y qué pasa con...? ¿Qué fue de...? ¿Y cómo es que...? ¿Y en qué consiste exactamente...?) Pero a la altura de las expectativas de quienes hemos visto en Perdidos, sobre todo, un nuevo génesis universal y físico; en el que la naturaleza real y mística, se unen en una sola realidad con sentido, a la que nuestra mente científica y racional no llega, pero con la que sintoniza a la perfección nuestra mente espiritual; nuestro sentido metafísico.
Serie de esperanza y crudeza; de segundas oportunidades y venganzas. De prevalencia del bien, pero en equilibrio con el mal; llegándose a confundir uno y otro; a fusionarse y a convertirse, simplemente, en el destino; en un ahora que no existe. En un círculo que se cierra a nuestros ojos, ahora que lo podemos comprender sin entenderlo del todo.
Y ahora... ¿Cómo llenaremos este vacío?