Puntuación: 4/5
Roe nunca se llevó bien con el sargento de detectives Jack Burns, pero eso no significa que quisiera verlo muerto, y mucho menos presenciar cómo lo lanzaban desde una avioneta a su jardín. Afortunadamente, el cuerpo de policía de Lawrenceton, Georgia, sabe que es imposible que Roe pueda estar en dos sitios a la vez, así que su nombre queda tachado de la lista de sospechosos. A partir de ese momento, otros acontecimientos extraños empiezan a suceder en torno a Roe. Sucesos peculiares, violentos e incluso potencialmente mortales. Es evidente que detrás de toda esta locura hay un mensaje personal que Roe debe descifrar antes de que sea demasiado tarde.
It's Raining Men!
Damas y caballeros, y demás público en general... ¡Atención! Desde hacía un tiempo, cinco libros en concreto, teníamos el presentimiento de que en Lawrencenton, Georgia, estaban ocurriendo fenómenos extraños; demasiados cadáveres, como si del mismísimo cielo cayeran. Ahora, después de haber leído Perdiendo la cabeza, tenemos la confirmación. It's Raining Men! Bueno, lo que se dice en plural, hombres... no. Pero, ¡ha llovido uno! La extraña precipitación tuvo lugar, cómo no, en el jardín de la inigualable Roe. Y, además, para terminar de rizar el rizo, un hecho todavía más insólito: los acontecimientos tuvieron lugar en un día soleado, sin nubes... Vale, igual esto no tiene mucha importancia... Pero sigue siendo misterioso, ¿verdad? Pues ya sabéis, para descubrir todo acerca de este nuevo caso, sólo hay que leer el quinto libro de la serie Aurora Teagarden y, por tanto, acompañar a Roe en una nueva aventura.
Pero no penséis que la cosa queda aquí. El cadáver será uno de los muchos acontecimientos extraños que nos esperan. Charlaine Harris nos presenta otra estupenda historia llena de suspense; quizá una de las que más me han gustado. Aunque llegué a darme cuenta de por dónde iban los tiros bastante antes de terminar el libro, en ningún momento fui capaz de descubrir quién era el asesino. Como es habitual nos encontramos con unos cuantos sospechosos, pero en este caso en particular la aparición de nuevos personajes, el chocante comportamiento de otros ya conocidos y, en definitiva, todo lo que rodea a nuestra protagonista, ha conseguido tenerme en ascuas, y con mi sentido arácnido echando humo, hasta terminarlo. La lectura sigue más o menos la estela de los anteriores libros: un ritmo ágil que, aderezado con momentos disparatados de la intrépida y temeraria bibliotecaria, hace que resulte, si cabe, más amena y entretenida.
Sally se giró y me dijo: -Bien, aquí va la razón por la que te he traído.Además de la parte de intriga y misterio, seguiremos, como siempre, la vida diaria y amorosa de Roe. Tengo que decir que su marido me ha gustado mucho más en este libro que en el anterior, aunque sigo notando la gran sombra que proyecta la protagonista, la cual, para ser de tan solo metro y medio, es enorme; eclipsando a todos aquellos que están a su alrededor... No obstante, lo dicho, me parece que Charlaine lo ha dotado de más carisma, o por lo menos eso me ha parecido. De todas formas tengo que destacar la gran cantidad de personajes masculinos que se llegan a fijar en ella... Unos consiguen agradar más que otros. Sin olvidarnos de todos los secundarios de siempre; es decir, casi todo el pueblo. Algunos tendrán más importancia, aunque no faltará ni uno.
Sentí cómo saltaba la alarma en el área del sentido común de mi cerebro.
[...]
-Y entonces, claro, pensaste en mí. - Elevé una ceja, aunque posiblemente este efectivo gesto era imperceptible tras mis gafas.
-Sí- contestó Sally sin pizca de ironía.- Eso hice. Eres pequeña, rápida y, si tu marido está fuera, te aburres.
-Bien- dije inexpresivamente, intentando pensar en algo mejor que decir.
-De todas formas, no va a llevar mucho tiempo. ¿Quieres ser la que entra a hurtadillas o la que sirve de distracción?
[...]
Opté por ser la que entra a hurtadillas. Pensé que ya que estaba metida en tal lío, agravarlo un poco más no cambiaría mucho las cosas.
Puntuación: 4/5
¡Se me olvidaba! Si vais a dar una vuelta por Georgia, ya sabéis... ¡Paraguas!