La literatura, como siempre, erigiéndose en salvadora. La gente con la mirada saltando sobre la noticia infame, sobre el ladrón de turno, sobre la nube gris que reemplaza al cielo. Pero qué mundo es éste tan horrible, dicen llevándose las manos a la cabeza, pero cómo es posible tanta maldad, en qué momento cambiamos la justicia por un smartphone y una hipoteca en la playa... Bueno, qué más da, el caso es que esto es lo que es, hubiera sido más cool que el apocalipsis se pareciera a una novela de Stephen King, más justificable si se tratase de los zombies de The Walking Dead, pero no, los verdaderos monstruos llevan traje de chaqueta y están dotados de una verborrea convincente y vacía. Quienes están estropeándolo todo dicen y no hacen, callan haciendo mucho ruido, se ríen del resto cuando están entre ellos y se parecen mucho a ti pero con más tarjetas de crédito.
Pero la literatura, como siempre, erigiéndose en salvadora. No huyo, no me escondo, no niego la realidad. No vivo atrincherada en los libros, sino que estos me dan fuerza. No, la palabra adecuada es esperanza. Cuando todo es feo, el horizonte es gris-tubo de escape y aparece aún otro villano más en escena, siempre me queda la noción de que hay gente desgranando mentes en su teclado, inventando mundos, haciendo, en definitiva, arte.No solo eso. También hay personas de todas las edades, de todos los géneros, de todos los colores, que en estos momentos están leyendo. Y mientras una persona lee no está haciendo daño a nadie, no está poniéndose en peligro, no está afeando aún más nuestro pobre planeta. Todo lo contrario.
A mis sobrinos y sobrinas siempre les he dicho: tienes que leer, porque si no lees, acabarán pensando por ti. No entienden a qué me refiero y yo les explico que si no leen no descubrirán que hay muchos modos de ver la vida y de explicarse el mundo, muchos modos de proceder y muchas opciones. Quien no lee tendrá una perspectiva con menos dimensiones, habrá gran cantidad de cosas que no se plantee porque directamente no sepa que existen.
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La literatura sí puede cambiar el mundo. Es una epifanía que he tenido recientemente, no porque no lo supiera antes, sino porque de pronto he empezado a armar en mi cabeza una revolución que pasa por propagar a diestro y siniestro el amor por la lectura. Si hay algo que proporciona leer es empatía. Con sinceridad, ¿no es precisamente eso de lo que andan escasos aquellos que nos han llevado a esta crisis económica y, sobre todo, moral?Iré perfilando mi revolución y reclutando a quienes queráis uniros.