(Por Miguel Ormaetxea) En EEUU, pero también en Francia y Gran Bretaña, etc. está surgiendo una interesante polémica ante la creciente evidencia de que los medios de comunicación no pueden seguir organizándose a la manera tradicional. El oficio de periodista está estallando en una “supernova” de innovaciones, experimentos, mezcla de géneros y competencias, se rompen las fronteras hasta ahora sagradas entre gestión empresarial, publicidad y contenidos. ¿Hacia dónde vamos?
Un Comité del Senado de Estados Unidos ha propuesto una nueva definición ampliada del oficio de periodista, incluyendo a profesionales que recogen, verifican o comentan, hechos que se someten a la atención del público, respetando una cierta deontología profesional. Se citan la Carta de Deontología de Munich. Cumpliendo estos requisitos, estos profesionales pueden acogerse al secreto profesional, tal y como está recogido en la ley americana.
Caroline Little, presidenta de la Asociación de Prensa de EEUU (ANA), afirma que en los nuevos medios digitales, pero también en los tradicionales, la presentación visual de una noticia o historia tiene cada vez más importancia y los periodistas deben especializarse en estas y otras vertientes de la profesión. En las escuelas de periodismo norteamericanas se habla de los nuevos “periodistas navaja suiza”, que manejan con soltura una serie de habilidades y herramientas tecnológicas en constante avance. Aquellos profesionales que no tengan una visión, un “compromiso visual” en su forma de narrar una historia, tendrán muchas menos oportunidades laborales. El nuevo periodista digital deberá disponer de un talento múltiple, una visión holística para crear atractivas historias de impacto visual creadas para dispositivos móviles. ¡Casi nada!
Por otro lado, el periodista pierde su relativo monopolio como intermediario entre los acontecimientos y aquello que es de interés público. Aquí también la cultura digital emergente “desintermedia” los sectores, especialmente aquellos intensivos en el manejo de la información. El negocio de las noticias no es para corazones débiles o reacios al cambio. Pero nunca el momento para los profesionales del periodismo ha sido tan apasionante y promisorio.