Periodista Letizia

Publicado el 15 junio 2014 por Cronicasbarbaras

Hace unos diecisiete años que este cronista fue jefe de Letizia Ortiz, que hacía prácticas como periodista en la Agencia EFE. Sus superiores más inmediatos alababan su capacidad, calidad de trabajo, voluntad, talento e impactante fuerza para la televisión. 

Fichó luego por CNN+ y después por TVE, donde sus cualidades se multiplicaron. Mi mujer, periodista estadounidense, y yo, la comparábamos con nuestra admirada Connie Chung cuando estaba en la NBC. 

Producto de ese reconocimiento, pues todo profesional excepcional debe ser señalado, fue mi crónica del 29 de marzo de 2003, “Letizia”, distribuida por la Agencia Fax Press catorce meses antes de conocerse su noviazgo principesco. Está en las hemerotecas y en Google: 

“Pocas veces puede darse entre los cuarenta millones de españoles la unión de tantas perfecciones como las que atesora para sí Letizia Ortiz, reportera y presentadora de telediarios de TVE, emisora de información progubernamental que sólo ella puede hacer pasar por neutral. 

Letizia tiene una límpida mirada deslumbrante, es más hermosa que cualquier estrella de cine y posee una expresiva voz que acompaña con gestos comedidos, refinados y adaptados a cada noticia: es exquisita. 

En el mundo solo hay alguien tan especial como ella, la estadounidense Connie Chung, hija de un general chino exiliado en San Francisco: su media sonrisa cómplice, su misteriosa mirada asiática, convierten una historia anodina en la más grandiosa de cada día. 

Letizia hace del televisor una hornacina cuando se aparece como una diosa: su creciente parroquia de admiradores la mira como a una virgen fosforescente de las que reciben culto sobre el receptor; aunque ella esté dentro, desde donde se mueve y habla milagrosamente a una audiencia fervorosa. 

Tras la visión, se reflexiona: no puede haber tanta perfección, tiene que existir alguna fealdad, aparte de su inevitable información favorable al Gobierno; y por fin se le descubre un defecto, el mismo de Connie Chung, su propia exquisitez”.

----

SALAS