Aunque finjan creerlo, todos, catalanes o no, saben que es imposible que las cargas policiales del 1 de octubre en Barcelona hubieran producido los cerca de mil heridos que denuncia la Generalidad.
Porque pese a las espectaculares imágenes de los cortos instantes de las actuaciones policiales sólo hubo tres personas hospitalizadas, una grave, y una infartada.
Al ver esas imágenes la gente de buena fe aceptó que era una masacre de ancianos –colocados como escudos humanos por los separatistas--, y así la presentaron los periodistas extranjeros asesorados por colegas separatistas catalanes.
Cientos de informadores extranjeros aterrizaron en Barcelona excitados por el levantamiento de un pueblo contra la dictadura de una de las democracias más libres y abiertas del mundo, muchos sin idea sobre el conflicto y sin hablar ningún idioma local.
El Col·legi de Periodistes de Catalunya–subvencionado por la Generalidad y regido por independentistas--, se brindó a ayudarles al menos a seis de los más influyentes como consta en su web con sus afiliados como guías, haciéndoles creer lo del millar de heridos y las bondades del separatismo (mientras, las autoridades españolas sin facilitar medios ni información a quienes lo necesitaran).
Así difundieron mundialmente información falsa, sin que tampoco se les ocurriera a los corresponsales permanentes en España confirmar los datos en los vacíos “Hospitales de Sangre” de “masacres” similares.
Pero los médicos, amenazados de muerte civil por el nacionalismo como otros funcionarios silenciados con dinero público, como los maestros, expedían falsos certificados de lesiones.
El Colegio de Médicos ha emitido ahora un indignado comunicado protestando deontológicamente porque nadie cree la cifra, cuya fantasía la ha hecho ridícula.
En algunos periódicos catalanes aparecen ya comentarios preguntándose si los médicos separatistas atenderán debidamente a quienes sepan que son hostiles al independentismo.
Dudan porque sus hermanos ideológicos les llaman fachas y los amenazan de muerte con creciente virulencia.
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SALAS