Aunque todos los días enfrentamos distintas situaciones, en realidad todas aquellas que puedan opacar nuestra luz, están relacionadas con en el temor. Ya sea temor a fracasar, temor al rechazo, o tal vez temor a sufrir. Cuando hay temor, no te arriesgas a perseguir tus sueños, no te atreves a pedir lo que mereces o expresar lo que sientes, o simplemente no sales de una situación que no te conviene.
Ahora bien, cabe hacer una separación entre temor y lo que es el miedo. Entender la diferencia nos ayudará a enfrentar apropiadamente las dificultades que impiden que nuestra luz brille al máximo.
En primer lugar, el miedo es una emoción natural de defensa ante un peligro real, representado por cambios fisiológicos relacionados con el sistema nervioso y que nos advierten de un peligro inminente. Le tenemos miedo a una fiera salvaje o a morir quemados en medio de un incendio, por ejemplo.
Mientras tanto, el temor es una emoción artificial que hemos creado a partir de nuestras creencias o experiencias y pueden ser modificados si somos conscientes y los enfrentamos. Los temores se manifiestan en incertidumbres e inseguridades que limitan nuestras acciones y dificultan el alcance de nuestros intereses. Por ejemplo, le tememos al fracaso, al rechazo, a quedarnos solos, al dentista, a hablar en público, etc.
El temor nos detiene y afecta negativamente el resultado de nuestras vidas; cada persona puede tener distintos temores y formas de hacerles frente. El miedo es innato y aunque podemos aprender a reducirlo, en realidad es una reacción de protección natural que todos traemos desde nuestro nacimiento.
Entonces: ¿qué hacer si tú llama está apagada o muy tenue?
Para superar algún temor es preciso, en primer lugar, enfrentarse a él. Si una persona siente miedo de hablar con otra, debe mirarlo fijamente al rostro y su temor se desvanecerá. Así mismo cada temor tendrá su forma de ser enfrentado y si repetimos el procedimiento adecuado, este irá desapareciendo.
No importa las adversidades por las que hayas pasado, no importa cuán frágil, perdido o solo te sientas, todavía tienes una oportunidad de seguir adelante porque aún hay una chispa dentro de ti, sólo tienes que encenderla y dejarla brillar.
Te recomiendo el siguiente ejercicio que te ayudará a confiar en ti mismo y superar esos temores que nos acechan. Se trata de conectarte con el interior de tu corazón, el lugar donde una fuerza superior reside en nosotros y donde encontramos la respuesta a nuestras preguntas y la solución a nuestros retos más grandes.
Cierra los ojos, relájate y enfoca toda tu atención en tu corazón. Pon tu mano sobre él. Piensa en el amor que tienes por alguien muy cercano a ti y permite que ese sentimiento cálido envuelva tu pecho. Luego visualiza una llama dentro del corazón y verás cómo experimentas un sentimiento de fortaleza. Repite este ejercicio cada vez que necesites sentirte seguro de ti mismo y poderoso. Mientras más confianza tienes en ti, más resplandece tu luz. Se trata de que comprendas que eres capaz y que una motivación te añade la razón para lograrlo.
Conclusión
Si tu llama se extingue, ¡estás acabado! Por tal razón busca una motivación que te inspire, luego reflexiona y concéntrate en encender la llama del corazón. Repite este ejercicio con mucha frecuencia y entre más logres interiorizarlo, más fuerte y claro será el brillo de tu luz y más fuerzas encontrarás para superar el temor.
Recuerda que el temor aparece cuando no puedes tener la garantía de que todo va ir bien. Por esta razón, hay que aprender a tomar riesgos. Aprende a distinguir la diferencia entre el miedo y el temor, pues te será más fácil superarlos.
Cuando tu llama interior está encendida nada puede detenerte y podrás conseguir todo en lo que hayas puesto tu empeño. Es ahí cuando puedes cerrar un trato, ganar una carrera o ponerle fin a algo que no te conviene. En ese momento sabrás que tu luz ha vuelto a brillar y asegúrate mantenla siempre encendida.
Te deseo luz intensa y constante en tu vida.
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