Hace unos días vino a saludarme una niña enfundada en la camiseta de su ídolo, una camiseta de rayas rojiblancas por supuesto, y se acercó a mi diciendo “vengo a saludarte porque mi madre me ha dicho que eres del Atleti” - piopialo , la verdad es que resultó emocionante ver como aquella niña se me abrazaba a las piernas con semejante ilusión.
Como emocionante es ver a otra jovencita rojiblanca con el rostro colmado por una tremenda alegría cuando le envió a su madre, reconocida madridista, los videos grabados solo para ella en el Vicente Calderón.
¡Cuán importante es el papel de las madres!
La verdad es que ni recuerdo el primer partido del Atlético de Madrid que vi, el primer gol que celebré o la primera derrota por la que lloré.
Guardo en mi retina muchas imágenes de jugadores míticos, partidos inolvidables y sentimientos difíciles de explicar. Pero si recuerdo la primera vez que, en familia, acudí al Vicente Calderón, fue el 2 de octubre de 1994, ha llovido mucho desde entonces, pero recuerdo aquel partido con claridad, jugábamos contra el Real Valladolid que se llevó una goleada de escándalo con tres tantos del arquero Kiko.
Ya dije en un post anterior que con quien más disfruto viendo el futbol es con mi padre, a pesar de nuestras diferencias en colores y, allí estaba él. Allí, además de mi hermano, estaba también mi madre que, he de decir, en honor a la verdad que es quien más veces me ha preguntado…
Mi madre dice que no es de ningún equipo pero siempre mira de reojo al Atleti, creo que en el fondo y, aunque le cueste reconocerlo, su coranzocito es colchonero. Hay un partido que ella recuerda a la perfección y que refleja el sufrimiento en estado puro, fue el 10 de abril de 1996, en el estadio de la Romareda y enfrentaba al F.C. Barcelona y al Atlético de Madrid, era la final de la Copa del Rey y aún recuerdo con nitidez su tensión y su emoción, estoy segura que los minutos posteriores al cabezazo de Pantic en aquel glorioso minuto 102 fueron inolvidables también para ella. Es más, estoy convencida, que es de los pocos partidos en los que recuerda el nombre del goleador.
El pasado 22 de agosto cuando una tremenda marea rojiblanca dio la bienvenida al equipo con ocasión del partido de vuelta de la repentinamente denostada Supercopa de España allí estaba yo, en mi asiento, enfundada en mi camiseta y con la bufanda… allí estaba con los nervios preparados para comenzar una nueva temporada… y, un poco más lejos, al otro lado del teléfono estaba ella… cuando apenas sin darnos cuenta una primera llegada ante un rival adormilado termino en un tempranísimo gol imagino que, como todos, pensó “tranquilos, solo nos quedan por delante 88 minutos de infarto”.
Seguramente ella, desde casa, evitando mirar la televisión se preguntaba porque el reloj andaba tan despacio y porque aquellos 88 minutos se habrían de convertir en los más interminables del mundo. Misma tensión repetida en el partido frente a la Juve, misma tensión repetida partido tras partido.
Yo creo que mi madre es una “cholista” en estado puro, porque ha adaptado “el partido a partido” de Simeone para seguir preguntando cada temporada, cada partido, una y otra vez pero hija ¿por qué eres del Atleti?…
Y, ¿sabéis por qué somos del Atleti?, porque como decía Santi Denia