Pero…¿Esto es periodismo?

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Ni es periodismo, ni es literatura, ni es cómic ni falta que le hace. Porque al final lo es todo junto. @pablobarber "me presentó" un día al periodista Joe Sacco, un señor que tuvo la brillante idea de no escribir sus reportajes al uso, sino dibujarlos en formato cómic, y así se dispuso a hablarnos de guerra, de ocupación, de miedo, de falta de oportunidades, por ejemplo, en obra que lo llevó al "estrellato" editorial y a protagonizar tesis universitarias sesudas, con argumentos a favor y en contra de su forma de entender el reportaje. De este cómic periodístico, o como sea que se llame este género que él practica, me llamó la atención la capacidad de sus dibujos para contar un tema tan complejo como el de Palestina e Israel en los años noventa. En el libro refleja la dificultad de, en el terreno, convencer a algunos testigos de que el formato del cómic era tan serio como cualquier otro para hacer llegar su mensaje al resto del mundo. Y aparece él, el propio Sacco, en un personaje que desmitifica la imagen del periodista aguerrido, que, valiente, se enfrenta a los horrores de la guerra, para informar a la ciudadanía de las injusticias. No, él no es de esos, reconoce que a la primera amenaza tirará el material, se queja de las incomodidades y se muestra tal como es, con la cobardía que la mayoría sentiríamos en una situación de peligro.

Sacco aparece bastante menos en su último trabajo, Un Tributo a la Tierra (Reservoir Books), aunque en sus cameos no ha perdido el sentido del humor. Son los pueblos indígenas de Canadá los que, junto a la Naturaleza (la hermosa y la más cruel y terrible), protagonizan esta historia gráfica en la que el lector vive la pérdida, a través de testimonios directos, de la identidad de los pueblos ante la colonización cultural y las promesas del desarrollo económico, de industrias poco respetuosas con el medioambiente como las del fracking. Un libro con el que, de nuevo, los dibujos explican a la perfección las verdades y mentiras tras los estereotipos del indígena perdido y alcoholizado, la supuesta "civilización" que llevaban sacerdotes y quienes se llamaban desarrollados a hombres y mujeres nómadas capaces de sobrevivir en condiciones extremas. Y, dentro de ese aparente desarrollo que se les regalaba, el horror de los internados en los que se despojaba a los niños de su dignidad y, en más casos de los que Canadá querrá recordar, la vida.