Editorial Bartleby. Primer poemario: 49 páginas, segundo poemario: 45 páginas. Primera edición de 2010.
La narradora Marta Sanz realiza en Perra mentirosa y Hardcore su primera y doble incursión en el mundo de la poesía (publicada). La edición de Bartleby incluye los dos poemarios, y uno debe finalizar uno y dar la vuelta al volumen para volver a empezarlo desde el otro extremo.
Estuve, a finales de abril, en la presentación del libro en la librería/bar La buena vida, en la calle Vergara de Madrid (muy cerca del metro de Opera) y me gustó bastante el lugar, que no conocía. Aquí Marta Sanz sugirió que la lectura de sus poemarios debería comenzarse por Perra mentirosa, y así lo hice hace unos días.
Los poemas de Perra mentirosa son más extensos, en general, que los de Hardcore. Y en aquéllos, desde los primeros versos de los dos primeros poemas, (“Anoche soñé (…), página 7, y “En los sueños (…), página 8), penetramos en el perturbador mundo onírico que se nos propone. En él, la voz narrativa parece haber sido concedida a lo irracional que se esconde en el subconsciente de la poeta.
De este modo el recurso de invocar a esa “perra mentirosa” que alude el título, como ser desdoblado de uno mismo en los versos de varios poemas, parece remitirnos, en términos freudianos, al “ello” que flota en nuestro interior y que se manifiesta más intensamente en el mundo de los sueños.
Así en las imágenes de los poemas aparecen animales descuartizados, alusiones a la carne torturada o envejecida, provocando un rechazo inquietante similar al de la contemplación de un cuadro de Francis Bacon.
Significativamente en el tercer poema de Perra mentirosa la autora nos revela gran parte de sus intenciones artísticas: “De la ciencia me interesa más / el descubrimiento del endoscopio / que todos los viajes a la luna. // ¿Me explico? // Estoy hablando del cuerpo” (página 19).
“Y yo no escribiría una línea / si no fuera por la perra que me lame la mano”, nos dice Marta Sanz en la página 38 del primer poemario, siguiendo con el juego literario de dar rienda suelta a su subconsciente.
En Hardcore la voz narrativa parece atar a la perra que lleva dentro (al “ello” freudiano), y ser retomada por la parte más consciente de la autora. Así, en este poemario, leemos pequeñas anécdotas o reflexiones, siguiendo una línea de poesía moderna muy apegada al discurso directo y narrativo.
En Hardcore, los versos llegan a adquirir un aire más melancólico que en Perra mentirosa; por ejemplo, podemos leer en la página 12: “Hubo una vez / un hombre con gafas de sol / barbilampiño / que me escribía cartas y postales. / Ahora sé / que si le hubiera devuelto / las palabras que / quizá / él presentía, / hoy / yo tendría un tiznajo en la frente, / un hijo / y, casi con toda seguridad, / estaría muerta”.
En la página 32 nos encontramos con los que quizás sean los versos más reveladores para entender la intencionalidad de ambos poemarios: “Enciendo el ordenador / y la sinceridad / se me esconde / ante la inquietud / de poder ser / provocadora”.
Si ser provocadora era el empeño poética de Marta Sanz en este doble poemario, su objetivo ha sido alcanzado eficazmente.