Perro blanco

Publicado el 11 diciembre 2012 por Pepecahiers
Una joven actriz, Julie (Kristy McNichol), circula despreocupada cuando atropella a un perro blanco. Angustiada por el suceso, lo lleva a una clínica veterinaria donde será atendido. Sin saber que hacer con él, permitirá que se quede en su casa hasta encontrar a su dueño. Un vínculo de amistad y lealtad va surgiendo entre los dos, sobre todo desde que el perro dio buena cuenta de un violador que quiso agredir a Julie en su propia casa. La contundencia y fiereza que demostró el perro fueron motivos más que suficientes para que decidiera quedarse con el animal. No obstante, el perro demostrará ser incontrolable y su violencia se desatará, curiosamente, cada vez que se cruza en su camino una persona de raza negra. Asustada, y con el convencimiento de corregir tan desmedida agresividad, acude a un centro especial en donde puedan modificar su conducta. El adiestrador es un hombre de color llamado Keys (Paul Winfield) y, en cuanto el perro lo divisa, carga toda su fuerza contra él. El encargado del lugar le recrimina a Julie que lo que le acaba de traer es un "perro blanco", ante la mirada atónita de la joven actriz quién ya daba como evidente de que lo era, aunque no llega a entender que significado oculto se esconde en esa definición.
Un perro blanco es un animal adiestrado para atacar con saña a los negros. Su dueño es probablemente un racista que ha condicionado la conducta del animal para que sirva a sus fines, o más bien a sus particulares odios. ¿Y cómo se consigue hacer racista a un perro?. El adiestrador de la película lo explica con todo detalle. El perro es entregado de cachorro a un negro al que se le pagará para que lo maltrate sistemáticamente. Mal alimentado por su circunstancial dueño y con reiteradas palizas, el animal sentirá un miedo cerval ante cualquier hombre o mujer de semejantes rasgos, miedo que se transformará en un odio que, con el tiempo, sabrá canalizar convenientemente utilizando ya la fuerza de un perro adulto. Sumándole un adiestramiento como animal de ataque, lo convertirá en una bestia letal. En la película ya se nos advierte que todos los intentos con perros blancos a los que se les ha intentado extirpar ese carácter racista han terminado mal. No obstante, Keys, a sabiendas del peligro que entraña, se compromete, como desafío personal, a modificar ese comportamiento. A partir de ese momento, el film narra con todo detalle la continua lucha entre hombre y animal, una lucha que se convierte en toda una metáfora de la lucha contra los prejuicios y que entra de lleno en la disquisición moral de si es posible o no cambiar el carácter de cualquier hombre imbuido en odios raciales.
La película, como otras que abordaron el tema, trata de explicar el origen de la animadversión racial, sus mecanismos de aprendizaje, su evolución y su constitución como una forma de entender la vida. En "Arde Mississippi" de Alan Parker se diseccionaba la discriminación hacia los negros, encontrando su semilla de dispersión en la educación. El factor de esa antipatía se enseña a los niños desde pequeños, tal y como lo decía el personaje interpretado por Frances McDormand: "La gente nos mira y no ve mas que fanáticos y racistas,  nadie nace odiando, se te enseña en la escuela, nos decían que la segregación estaba en la Biblia, Génesis 9:27, a los siete años si te dicen algo tantas veces llegas a creerlo, crees en ese odio lo vives lo respiras y te casas con el". En "El sendero de la traición" de Costa-Gavras, el racismo se vive como algo cotidiano, se organizan hasta campamentos, en donde niños y mayores se inyectan una buena dosis de odio, de un odio costumbrista, casi natural, con la apariencia falsa de las buenas intenciones. Y eso si que da miedo. La naturalidad del mal siempre asusta más que la sobreactuación. 
En la película que nos ocupa ese factor racista no se puede aprender de forma sutil. Al fin y al cabo el protagonista es un perro y se recurre al procedimiento más primario, a la inducción del rencor por medio de la violencia. Un mecanismo que instintivamente forja a un enemigo primordial. El reto es cambiarlo todo, ser capaz de dar marcha atrás a esa conducta, en definitiva extirpar el germen del odio racial. En ese sentido, la película no puede ser más desoladora. Samuel Fuller ofrece un final ciertamente pesimista en forma de fracaso. SPOILER-El adiestrador consigue con éxito doblegar el resentimiento interno del animal, pero con un alto precio. El perro, víctima de ese contrasentido, de esa lucha interna de los instintos agresivos inducidos, termina por entrar en la locura absoluta. Ya no ataca al hombre negro, pero su ira se canalizará ya en cualquier dirección, arremetiendo contra el primer ser humano que tenga a tiro. El único triunfo que se permite la película es, cuando un anciano acude para recuperar al perro del que dice ser propietario, recibiendo el reproche por parte de Julie, que le informa que su creación abominable está siendo neutralizada por un hombre de color. Es una victoria a medias, pero que indigna el orgullo del viejo racista que acude con sus nieta, aparentando esa normalidad del forjador de odios de la que ya había hablado anteriormente.-FIN SPOILER.
Samuel Fuller, que venía de realizar "Uno rojo: división de choque", muestra su particular desencanto, muy al estilo de otro director outsider como fue Peckinpah. Su falta de fe en los cambios y su constatación de la realidad queda presente en cada fotograma de "Perro blanco", que si bien en un momento parecería una vuelta de tuerca a las películas con animales asesinos, sin más trascendencia, pronto se demuestra que su camino no es el de la película comercial al uso. El guión, escrito a medias entre el director y Curtis Hanson fue lo suficientemente contundente como para asustar, en cierta medida, a la productora Paramount, que tras un discreto estreno a principios de los 80, decidió retirarla de cartelera hasta el año 1991 en la que volvió a circular en las pantallas comerciales con relativo éxito.