Por virtud de pobres, compartes pobreza, buscando jadeante esos sobrantes de comida, junto a esas criaturas de magro sustento, que nada son y que subsisten en esos grandes cinturones que envuelven la ciudad.
Y algún día cualquiera quedarán tus huesos, allí junto a esa miseria y seguirá otro perro tu fatal destino, mendigando entre esas taperas de chapa y madera, donde los secretos de drogas y delincuentes se suelen cobijar.
Pobre perro de la villa, abandonado y solitario, que con tu par de narices buscas ansioso comida. ¡Que magra es tu vida!... ¡Que poco es el pan!...
Texto: Néstor Quadri
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