En la década de los ochenta, Schwarzenegger protagonizó las películas más famosas de toda su carrera, pero entre todas ellas ‘Perseguido’ siempre ha estado un poco olvidada detrás de éxitos como ‘Terminador’, ‘Depredador’ o ‘Conan’. Esta historia de un futuro cada vez más cercano siempre me resultó entretenida y curiosa y ahora, tras varios años rebuscando una versión que tuviera con el doblaje que yo recordaba de niño, he podido revisionarla y valorarla como se merece.
En el año 2017, con una economía por los suelos y un gobierno que controla “con mano de hierro”, los medios de comunicación están al servicio de los poderosos. El mayor éxito de audiencia es un programa de televisión conocido como “El Corredor”, en el que presidiarios son obligados a luchar por su supervivencia en directo. Ben Richards, un antiguo militar condenado por oponerse al régimen, escapa de la prisión y se ve obligado a participar si quiere salvar a sus amigos, enfrentándose a un nutrido grupo de asesinos cada vez más imaginativos. Esta idea propia de un videojuego tiene su origen en una novela del escritor Richard Bachman, que no es más que un pseudónimo que Stephen King utilizó durante un tiempo para publicar trabajos alejados de su línea habitual. Lo cierto es que la película no se parece en nada al libro, y es el primer fallo que los fans de la obra original le achacan a la película.
Pero lo que en su momento fue un entretenimiento sencillo de serie B con el paso del tiempo ha demostrado tener más razón de la que sus propios responsables creyeron poseer. Nos presentan un programa de televisión muy cercano a la iglesia con presentadores adorados y un público entregado al espectáculo más morboso que aplaude y se deja llevar por el éxtasis del momento, algo que se parece muchísimo a todos los grandes hermanos que ya analicé en el especial de la telebasura. Así vemos cómo la gente aplaude con la muerte de los presos, pero se les encoge el corazón con la caída de Sub Zero, y cómo se les manipula a través de mensajes y publicidad. Una buena idea que a día de hoy, cuando los futuros distópicos triunfan entre los adolescentes, no me sorprendería que conociera un remake menos sangriento e irónico.
Podríamos buscarle muchos fallos, como por ejemplo que el vídeo que sirve para incriminar a Richards jamás podría haber sido grabado porque no había cámaras, que reutilicen algunas escenas, o incluso que el villano muera de forma rebuscada o el inevitable alivio sexual para el héroe personificado en la figura de Maria Conchita Alonso, pero son los inevitables tópicos del género y lo cierto es que sus virtudes y su entretenimiento superan estas pequeñas pegas y nos entregan una película procedente de una época en la que la ciencia ficción no nos ahogaba con efectos especiales y que ha mejorado con los años.