Nunca sentí la necesidad de verme representada como mujer en un videojuego. Siempre me han parecido bastante estúpidas esas quejas por la ausencia de personajes femeninos. Esos debates están al nivel de una persona que se queja de tener que jugar con un erizo azul o una tortuga. Obviamente nadie lo hace, nadie piensa que manejar esos personajes les haga estar poco representados. Aquí estamos para jugar, ¿por qué perder el tiempo con tonterías? Así que no, no voy a agradecer a Lara Croft no ser la típica damisela en apuros, porque seamos sinceros, tampoco conozco a muchas chicas que pudieran verse reflejadas en esta tía buena, de camisetas ajustadas y pantalones muy cortos, habilidosa con las armas que va recogiendo tesoros mientras mata a los malos. Yo no conozco muchas así, pero si alguno de vosotros sí, no tiene más que pasarnos su número de teléfono.
He de reconocer que yo conocí la saga más tarde de lo que debería, pues me salté el primer título y por pura casualidad llegó a mí la segunda entrega. Recuerdo cómo miraba extasiada a Lara nadar, saltar o disparar con sus dos pistolas. Me enamoré totalmente de ella. Y viendo el icono en el que se convirtió, no fui la única que se sintió así. Aquellas portadas de revistas con su cuerpo de absurdas proporciones, las modelos vestidas como ella para promocionar los juegos e incluso algún anuncio para televisión. Todo ayudó a que nos obsesionásemos con ella. Porque, por encima de todo, la saga de Tomb Raider nos ha dado unos juegos de gran calidad. Aún recuerdo cómo me maravillé con The Last Revelation (Core Design, 1999) y esa ambientación llena de misterio en Egipto. Aunque tampoco puedo sacar de mi mente la enorme decepción que supuso El ángel de la oscuridad (Core Design, 2003), juego terrible que supone la peor mancha en el currículum de nuestra Lara. Pero a ella le perdonamos todo, incluso eso. Sobre todo cuando posteriormente vinieron verdaderas joyas como Legend (Crystal Dynamics, 2006) o Anniversary (Crystal Dynamics, 2007).
Llegaron Crystal Dynamics y Square Enix con un reinicio gráficamente espectacular y con la promesa de ver a una Lara más realista. Sinceramente esta idea a mí no me parecía un factor que me hiciera desear este título con más ganas, sino todo lo contrario. Temía que esa heroína fuerte, fría y exageradamente sexy desapareciera por completo impidiéndome disfrutar del juego. Y así ha sido, ya no existe esa Lara Croft. En este reinicio ella es una universitaria cuyas mayores aventuras han sido probablemente emborracharse con su amiga. Tras una horrible tormenta, acabará sola en una isla, teniendo que aprender a cazar, a usar armas, a saber qué se siente cuando acabas con la vida de otro ser humano. Pero aunque mis temores iniciales eran ciertos y el personaje se ha transformado totalmente, tengo que reconocer que no le ha sentado mal a la saga. No es la Lara que me enamoró hace años, pero es un personaje que cautiva. Por un lado, físicamente han querido darle unas proporciones que le dan un aspecto más natural y su rostro es especialmente hermoso. Al menos en el comienzo hay un primer plano suyo que deja embobado a cualquiera. Pero dejando eso a un lado, gusta ver cómo ha dejado aparcada aquella frialdad para ser una joven que se preocupa por su equipo, que sufre ante los eventos que no puede cambiar aunque también se alegra al grito de “¡Tomad eso, cabrones!” cuando consigue acabar con sus enemigos. Nos encontramos con una Lara cercana. El problema ha sido que el juego ha evolucionado hasta convertirse en un nuevo Uncharted (Naughty Dog, 2007), tema del que hablaré más adelante, que aquí menciono por su protagonista. Nathan Drake era puro carisma y quizás más de uno afirma que son dos personajes casi idénticos por la similitud que hay entre ambas sagas, pero tengo que reconocer que Lara es aburrida. Sí, cercana como mencionaba, pero se echan mucho de menos todos esos chistes malos de Drake, sus meteduras de pata. No es que esté pidiendo que me den un personaje que actúe de la misma manera. Pero el tener el recuerdo de nuestro héroe de la trilogía de Naughty Dog hace que nos resulte extremadamente sosa Lara en esta aventura. Todos sabemos aquéllo de que las comparaciones son odiosas pero cuando el tipo de juego es tan similar, es inevitable.
Con ese último comentario sobre la protagonista de Tomb Raider no quiero desmerecer ni por un momento la calidad que tiene este título. Desde un principio engancha, aunque he de reconocer que me sentí un poco engañada con el concepto de “un Tomb Raider de mundo abierto” que había escuchado antes de poder catarlo. Realmente en su comienzo nos da una idea de escenario con mucho camino que descubrir e incluso es posible que nos perdamos en cuanto nos pongamos a explorar la zona. Pero al avanzar en el juego, veremos cómo se hace cada vez más y más lineal. La única excepción en este aspecto será la exploración de tumbas, un componente opcional que puede resultar muy interesante y alargará la vida del título. También con esta función tendremos logros más convencionales: encontrar tesoros, setas, encender unas estatuas… Elementos sin ningún interés, a diferencia de las tumbas, que no sirven más que para completar el juego al 100%. Pero a pesar de esa linealidad, nos encontramos con un juego realmente entretenido que nos evoca de manera irremediable al ya anteriormente mencionado Uncharted. Partes de exploración y tiroteos, en algunos casos algo excesivos e incluso pesados. Quien haya jugado a cualquiera de las aventuras de Drake sabe que se pueden resumir a grandes rasgos así. Pero más allá de eso nos encontramos con un excelente juego de aventuras, con momentos tanto de tensión como de emoción, que nos dará ratos de tranquilidad mientras exploramos esos escenarios cuya calidad gráfica es brutal y a su vez nos dará también sufrimiento al ver cada golpe que se lleva la protagonista o se nos disparará la adrenalina a base de tiros de escopeta o flechas incendiarias.
Sobre el argumento no revelaré nada, pero he de decir que no es precisamente su punto fuerte. Todo resulta bastante obvio y es fácil predecir algunos de los eventos que sucederán. Pero en mi opinión, la saga nunca ha destacado por unos guiones interesantes y llenos de sorpresas. Los personajes no son realmente inolvidables, pero hasta se le puede coger cariño a alguno. El villano al que perseguimos tampoco se puede decir que sea uno de esos malos que todos recordamos en la típica conversación en la que no falta Sephiroth. Por eso debemos centrarnos en disfrutar esas exploraciones o la cantidad de mejoras que podremos hacer en las armas que nos harán vivir la experiencia de juego de forma más intensa. Centrémonos también en Lara y las habilidades que va aprendiendo a medida que avanzamos. La superviviente se va forjando y seremos testigos del proceso. Y son esos rasgos los que hacen que este nuevo Tomb Raider sea un juego imprescindible. Es ella la que hace que este título sea grande. No es la Lara que conocíamos, no es perfecta ni tiene memorables diálogos, pero siempre hay un comienzo. Olvidemos aquéllo de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Nos queda mucho por ver de Lara Croft y yo estoy ansiosa por descubrirlo.
La entrada Persiguiendo a Lara es 100% producto Deus Ex Machina.