Ernest Maragall se va del PSC. No tengo nada que reprocharle, la situación en el PSC es tan grave como para tener ganas de marcharse, al menos para los que entendemos que la inercia actual nos lleva al abismo, y peor aún, que esta inercia es la que va a provocar la fractura social que tanto intenta evitar. Lo que sí le reprocho es algunas cuestiones de su marcha.
Que marche sin haber intentado internamente que sus tesis salieran adelante. A diferencia de otros (entre los que incluyo Montserrat Tura, que no es santo de mi devoción), Ernest no se ha enfrentado en los órganos internos al ver la deriva que llevaba el partido, no lo ha hecho ni desde la ejecutiva, ni desde el Consell Nacional, ni tampoco desde el Congreso. No ha propuesto votaciones en estos órganos para intentar cambiar la política del PSC, no ha propuesto alternativas y lo peor, no se la jugó. Otros han terminado siendo marginados por jugársela, mientras Ernest se desmarcó en una votación, como lo que ahora se muestra más como un gesto de cara a la galería y una estrategia de posicionamiento personal, mientras en la reunión de Grupo Parlamentario no se rompió la cara por defender sus tesis.
Está bien ser un disidente, yo lo soy, y tengo motivos profundos para serlo, pero eso se demuestra en el campo de batalla político. Ernest no lo ha hecho. Puedo entender que la mediocracia del partido suponga una barrera lo suficientemente alta, que incluso ante un suicidio político histórico, tan sólo el 25% disintiera de la dirección. Pero como mínimo, alguien bien posicionado como él, debería haberlo intentado alguna vez. Otros, al menos, nos hemos jugado el tipo (y nos hemos ganado calificativos poco gratos, y posiblemente hayamos sacrificado nuestras lamentables carreras políticas) en donde hemos tenido responsabilidad.
Lo tercero que le achaco es que profundiza la atomización de un sector catalanista en base únicamente a personalismos. Montserrat Tura quieres ser lideresa, Ernest Maragall quiere ser líder, e Ignaci Elena también (aunque este, al menos, lo intenta desde una perspectiva menos personalista). Esto es lo que lleva a que el ya fragmentario catalanismo más activo del PSC sea inútil e incapaz de sacar un resultado digno en ningún congreso. El hecho de que los que intentan plantear una alternativa creíble entren en las candidaturas y en las ejecutivas y los desactiven, para mí, también es algo que profundiza la incapacidad del sector del catalanista de plantearse como una minoría y condicionar realmente el discurso del PSC en algún aspecto.
Pero es que Ernest, en lugar de plantear que a lo mejor no es el líder que un sector sociañ catalanista de centroizquierda podemos querer, decide no ser ya cabeza de ratón, sino de pulga y saltar en solitario. No intenta si quiera, un acercamiento de posturas con el sector de Tura con el de Elena o intentar aglutinar (y para eso puede servir hacer intentos internos de girar la política del PSC) de alguna manera a los catalanistas del PSC. Salta con un chiringuito diseñado para liderarlo él y solo él. Y aunque no sea consciente, su carisma, liderazgo y capacidad de encabezar no le llega a la suela del zapato a la de su hermano Pascual.
Por otro lado, es hasta jocoso que Ernest Maragall busque en la sociedad lo que el PSC no le otorga. Como Conseller d’Ensenyament consiguió enemistarse de toda la comunidad educativa al hacer lo que él creía que era mejor sin tener en cuenta opiniones ajenas, ni internas, ni externas. Sonaría creíble si no fuera que su praxis política ha sido la contraria a la que anuncia. ¿Alguien que se negó durante los años de responsabilidad institucional en la Generalitat a escuchar a la sociedad o a las discrepancias internas que desde el partido se tenían con algunas de las leyes que impulsó quiere ahora transformarse en el adalid de los disidentes del PSC y la voz de la sociedad? Permitidme que como mínimo mire de forma escéptica la propuesta de Ernest Maragall.
No hablaré de la oportunidad política (a las puertas de unas autonómicas), y dejaré estos análisis para los tactegos (de los que vamos más que sobrados). Simplemente creo que si algo no necesita el centroizquierda catalanista abandonado por el PSC son personalismos de este tipo. Y menos de unas generaciones políticas ya amortizadas.
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