En la vida, pero sobre todo en la empresa, hay dos tipos de personas, las que asumen las tareas que se plantean y las realizan por sí mismas, en la medida en que pueden hacerlo, y quienes evitan asumir ninguna tarea, y se limitan a repartirla entre los que están a su alrededor.
Cuando uno está implicado en cualquier tipo de proyecto o tarea con el primero de esos tipos, la sensación que le queda es enrmemente positiva. Da gusto. Normalmente son subordinados, pero también pueden ser compañeros al mismo nivel o incluso jefes.
Cuando nos topamos con un “repartidor” estamos ante un problema. No es extraño que alguien se enfrente a él (o ella) en una reunión. Crean una mala sensación a su alrededor. Normalmente son jefes, pero también compañeros e incluso a veces subordinados. Muchos de ellos son, sencillamente, holgazanes. Una palabra que usamos poco y deberíamos resucitar para designar por su nombre a estos parásitos de la sociedad que a veces campan por sus anchas en nuestras empresas, haciendo mucho daño. Muchos de ellos concetran toda su política del mínimo esfuerzo en sus propios y exclusivos intereses. En medrar. Otros ni eso.
Las sociedades que tienen muy enraizado el concepto militar y funcionarial de la jerarquía suelen padecer de este mal. Es un mal español y latino en general. Las sociedades nórdicas suelen ser el ejemplo contrario.