¡Fin de etapa!
Tras casi dos décadas, con tristeza pero determinación, hoy escribo mi último Post en este Blog de Madri+d, Bio(Ciencia+Tecnología) que me ha permitido abrir ventanucos divulgativos con todos vosotros. ¿Los motivos?… Bueno, pues varios y variados: agotamiento mental, cansancio de lancear molinos, falta efectiva de reconocimiento, intrusismo, por lo que se ve, más efectivo y un “feedback”, tras más de 1000 apuntes, más que modesto.
Llevo más de 40 años dedicado a la investigación y, de ellos, más de 30 también a la comunicación social de la ciencia. Era uno de los pocos -si no fuera modesto diría que el único- científico en activo que divulgaba ciencia en los 90, cuando la divulgación desde la poyata estaba mal vista. Era -o éramos- bichos raros que nos dedicábamos… “a esas otras cosas”. Eso, cuando no éramos despreciados directamente desde el mundo de la ciencia y sus evaluadores -enmarcado tengo el rechazo de un proyecto porque, según dijo el evaluador de turno, ¡mi condición de conocido divulgador científico iba en detrimento de mi capacidad como investigador!-. Durante esta década no sé si prodigiosa, daba conferencias sobre biotecnología y virología en institutos, en algunas ferias y semanas científicas; paseaba a estudiantes de secundaria por los laboratorios técnicos del Centro de Biología Molecular -luego Severo Ochoa- (CBMSO); iba a pueblos a dar conferencias…
Llegó el nuevo milenio y, con ello, dos cosas antagónicas y muy raras: sacar mi plaza de titular y quedarme sin laboratorio donde investigar. En este contexto, se me propuso escribir mi primer libro de divulgación científica “¿Qué es un transgénico, y las madres que lo parieron?”. Fue un pequeño éxito que abrió, definitivamente, mi vida como comunicador social de la ciencia en RNE. ¡No fue al revés!, es decir, mi trayectoria divulgativa NO me alejó de la investigación, sino que mi “travesía del desierto puntual en investigación me permitió lanzarme a la cascada divulgadora”…
Sea como fuere, NUNCA dejé de investigar, aunque fuera itinerante por diversos laboratorios. Pero, en cuanto a divulgación, y haciendo corta una historia larga -y con sus sinsabores-, estas han sido algunas de mis actividades realizadas -algunas de ellas siguen activas- a partir del 2001 (año de la Odisea Espacial):
Director de Cultura Científica (CC) de la UAM, del CBMSO, responsable de los proyectos de CC de la UAM con la Fundación Madri+d, colaborador con FECYT (cursos de verano ESCIVE, Feria y Semanas de la Ciencia, Proyecto Atomium); participación en varios TEDx en España; más de 2500 programas de radio (radio 5, Exterior y RNE), con millones de oyentes en todo el Mundo; desde 2006 coordinador del Blog de la Fundación Madri+d “Bio(Ciencia+Tecnología)”, cinco años con el programa de TV «Madri+dTV», en UNEDtv, en La2; colaborador de TVE, La Sexta, Telemadrid, CUATRO, TVExtremadura, El Mundo, El Cultural, El País, La Ser, COPE, 14 libros de divulgación científica, director de cursos de verano para profesores de secundaria, charlas en miles de IES, Ferias de la Ciencia, Semanas de la Ciencia, Noche de los Investigadores, conferencias en poblaciones de menos de 50.000 habitantes, cientos de artículos de divulgación y un sin fin de otras actividades… Sinceramente, y perdonad mis dos segundos de falta de modestia, creo que muy pocos -exagerando- divulgadores científico han sido tan activos, prolíficos, versátiles, polifacéticos y entregados a la causa dentro y fuera de España (tutor de un proyecto de CC con México, Argentina, divulgador en Alemania, Suecia, Marruecos, entre otros).
Evaluación, valoración, reconocimiento y distinción oficial NO siempre parecen ir de la mano… Con tristeza, pesadumbre y agotamiento mental, intelectual y físico observo, sin embargo, como una y otra vez en los certámenes sobre divulgación científica, la categoría de «reconocimiento a la carrera de divulgación», sobre todo cuando el galardón/reconocimiento va acompañado de retribución, va a parar, en muchos casos -con gloriosas excepciones, que todo hay que decirlo-, a personas con trayectorias de divulgación… digamos, menos versátiles, extensas, intensas e, incluso, menos conocimiento y reconocimiento de la ciudadanía -a la que, se supone, deben ir dirigidas estas actividades de comunicación social de la ciencia- de lo que es la mía. Observo incluso, en algunos certámenes, premiados con perfil de gestión/política más que de divulgación, o con méritos “encajados con calzador”, casi “ad hoc”. La luctuosa pandemia supuso un boom de brotes, como champiñones, de “expertos” en virología, en microbiología, en epidemiología y, sobre todo, en divulgación que, en muchos casos, incluso recibieron el reconocimiento, desde mi humilde punto de vista, inmerecido de medios e instituciones. ¿Dónde estaban antes de la pandemia? ¿Dónde acabarán ahora que esta está remitiendo? Como se suele decir, el tiempo nos pondrá a cada uno/a en nuestro sitio -aunque tampoco estoy muy seguro de ello-.
Me quedo con lo positivo, con lo que considero han sido tres décadas de intenso trabajo con pasión, esfuerzo, dedicación y, espero haberlo conseguido, profesionalidad. No obstante, también espero poder seguir activo y disfrutando con la misma pasión y dedicación, además de con mi grupo de Neurovirología de la UAM, con actividades específicas de divulgador…
Para lo demás, para el resto de colaboraciones y actividades que me han dejado, como los vinos mediocres, un regusto a frustración, solo me queda rememorar las palabras de un sabio alemán con gran bigote y de apellido Marx… Por supuesto, me estoy refiriendo a Groucho: “No quiero pertenecer a un “Club” que admite a gente como yo”. ¡Un saludo para todas/os y buena suerte!
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