Los asteroides ya están de vuelta de vacaciones y acaban de poner en la calle una preciosa edición de la novela de Leo Perutz De noche, bajo el puente de piedra, que viene con una nueva traducción a cargo de Cristina García Ohlrich.
Los que descubrimos (y disfrutamos) a Perutz con el rescate que, de algunos de sus mejores títulos, llevó a cabo la editorial Destino hace unos quince años, sabemos que el autor praguense es parada obligatoria para quien gusta de la literatura hecha artesanalmente, que es oficio ya en vías de vertiginosa e irremediable extinción.
De su producción, recuerdo con especial satisfacción la excepcional El maestro del juicio final y la no menos extraordinaria El Judas de Leonardo. La habilidad de Perutz para crear ambientes, la precisión y verosimilitud de sus diálogos, y la maestría a la hora de crear y manejar la tensión narrativa son algunos de los rasgos más sobresalientes de este gran escritor.
Borges lo admiraba. También Musil. De sus novelas se ha llegado a decir -y no me parece una afirmación desatinada- que "son el posible resultado de una unión ilícita de Franz Kafka con Agatha Christie".
De noche, bajo el puente de piedra, que es considerada por muchos su mejor novela, fue publicada en Viena en 1953, una vez que el autor regresó a Europa tras un traumático exilio de quince años por tierras de Israel (ya se imaginan por qué).
Perutz debería ser, literariamente, una especie protegida.