Ayer mi compañero Araphant escribió un claro artículo aquí sobre el estado del periodismo actual. Pese a todo, esperanzador. El Araphant este es un fulano luchador. Un tipo sin miedo, pese a que firme con un pseudónimo. Uno de los duros de la profesión, que se rodea, además con su pareja, que para mí que es más dura aún. Yo los leo, a los dos en su blog varaderodesconocido.wordpress.com y me quedo planchado con ellos, con sus arrestos y principios. Y creo que leerlos me da una energía que, por causas y azares varias, he ido perdiendo o se me ha ido cayendo por el camino.
Ahora, después de conocer a mucha gente, y de tropezarme con cualquier clase de reverendos hijos de puta que han minado mi moral durante quizás demasiado tiempo, también voy encontrando a gente que me llena de energía y que me hace ver las cosas desde el lado bueno. Es el caso, por ejemplo, de una amiga con la que charlo mucho por el whatsapp, más de lo que yo quisiera -lo del whatsapp digo, porque me gustaría hacerlo cara a cara -, o con Erika, a quien he conocido gracias al Facebook y pese a que vive en Buenos Aires, tan lejos, me ha vuelto a despertar el gusanillo de la poesía.
Y es que, pese a toda esta mierda en la que estamos metidos (la crisis, el paro, la corrupción, los trabajos precarios, los no trabajos, los trabajos sin cobrar, los matrimonios rotos, las ganas de discutir…) vale la pena leer a Araphant, y a Pablo Barber, y hablar por el chat con Erika, y con Mi amiga, y quedar un domingo para comer cordero en Igueste con los colegas de siempre, y quedar con los que no pudieron ir para otro día; y los guachinches de los viernes; y volver a leer poesía (a Juarroz, o releer a Vicente Huidobro) un par de versos al día, al menos, y escuchar a Gilbert O’Sullivan… Y…. Pensar que pese a todo, mañana el sol volverá a salir por el mismo sitio.