Pétalos de aceroHace unas semanas os comentaba, en la entrevista al autor, la enorme suerte que había tenido de que la Editorial Hermenaute me hubiese permitido leer Pétalos de acero de José A. Bonilla (entrevista) que, además, simbolizaba mi primera incursión en el mundo steampunk. (¡Mil gracias a la editorial y al autor!)
El globo cautivo, una de la grandes atracciones de la Exposición Universal
La novela se ambienta en la Barcelona de 1888, año en que la Ciudad Condal acogió la Exposición Universal. Una serie de atentados se suceden en uno de los eventos más importantes del planeta, poniendo en peligro las relaciones diplomáticas entre múltiples países. Un detective norteamericano, Horace Brave, y dos eminentes cronometristas españoles, Antoine Collel y su sobrino Martí, residentes en París, deberán desenmascarar a la persona o personas responsables de los atentados y que al parecer andan detrás de unos sofisticados y letales autómatas.Pétalos de acero me ha encantado de principio a fin, y a resultado ser una novela deliciosa, cuya trama me ha fascinado y estilo literario asombrado por su gran calidad.Gran Hotel Internacional del arquitecto Lluís Domènech i Montaner
El autor a lo largo del libro nos hace de excelente guía (se nota una barbaridad el gran trabajo documental que hay detrás), contándonos cómo fue la Exposición Universal, poniéndonos al tanto de las construcciones que para llevarla a término se realizaron (imponente todo lo relacionado con el Gran Hotel Internacional, una faraónica y, por desgracia, efímera construcción, que se hizo en tiempo récord), nos muestra las costumbres de la época y nos ilustra sobre muy variados y diversos temas. Sin embargo, lejos de abrumarnos con la información que nos detalla o de hacer de la novela una lectura plomiza, son estas explicaciones junto a la atractiva e inteligente trama, la que nos hace querer saber más y más sobre lo que ocurrirá.José A. Bonilla tiene una imaginación desbordante que te mantiene en perpetuo vilo. Con gran maestría mezcla realidad y ficción; son unos cuantos los personajes históricos, propios de la época, que se pasean por su libro, a modo de cameos, con gran verosimilitud: Isaac Peral, Joseph Bell, una breve mención a Benito Pérez Galdós...Interior de uno de los pabellones de la Exposición Universal
Los personajes que me han gustado muchísimo, así como las historias de amor (tanto románticas como no) que se suceden en la trama, en su justa medida, sin ser empalagosas ni restarle fuerza al relato. Al contrario, la enriquecen y humanizan a sus personajes haciéndolos más cercanos al lector.Me ha gustado mucho que, a diferencia de lo que ocurre con otras obras donde la palabra ciencia ficción aparece, el género no fagocite a la propia historia. Lo que quiero decir, es que si le quitamos el elemento fantástico bien podría tratarse de una novela auténtica de la época, que con gran acierto se ve aderezada por aventuras, amor, misterio, intrigas, dignos villanos, excelentes personajes y, cómo no, por el ingrediente fantástico que la convierte en única.Así, que si como yo es la primera vez que os adentráis en el steampunk, no tenéis nada que temer Pétalos de acero de José A. Bonilla, ya que la podréis disfrutar como el gran libro que es. Una novela imprescindible, que con lo que me chifla a mí lo fantástico, os encantará.Arco del Triunfo, entrada a la Exposición Universal
De nuevo, ¡mil gracias a la editorial y al autor!Argumento: Exposición Universal de Barcelona, 1888. Isaac Peral, diseñador de un modelo de submarino revolucionario, acaba de sufrir un atentado en el Gran Hotel Internacional. El jefe de seguridad del pabellón de Estados Unidos y un par de relojeros catalanes desplazados desde París se verán envueltos en una trama de robos, asesinatos y extraños autómatas, además de la inquietante presencia de un carruaje negro que guarda un terrible misterio. Tras estos sucesos se esconde una conspiración que busca la destrucción de los cimientos de la Vieja Europa. La Ciudad Condal es el fantástico tablero de juego de esta novela de aventuras steampunk con guiños al folletín popular y a la literatura policíaca de Maurice Leblanc.
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