Hasta hoy mismo han muerto en Irak desde el inicio de la guerra en 2003 un máximo 109.230 personas, según Iraqbodycount.org, la respetada organización que analiza el conflicto.
Ahora, asombrémonos: esa cifra es 3.523 veces superior a la de los 31 muertos de catástrofe nuclear soviética de Chernóbil, en 1986.
Greenpeace habla de decenas de millares de fallecidos tras el accidente en aquella central-basura que carecía de cúpula de contención de radiactividad, presente en todas las instalaciones occidentales y en las japonesas.
Es una grosera exageración como la de los dos millones de iraquíes muertos que también difundía.
Petróleo, carbón, nucleares, hidráulica, térmica o renovable, son energías con distintos costes. Así, el kilovatio nuclear es mucho más más barato que el de los parques solares, y en vidas humanas infinitamente más barato que el petróleo.
Y el hidráulico es también baratísimo, pero si en España hubiera un terremoto la mitad de destructivo que el de Japón, morirían cientos de miles de personas aguas abajo por la destrucción de los embalses cuya energía nos ilumina y alimenta.
Cuando hablamos del temor a la energía nuclear pacífica olvidamos que desde que se inició hace sesenta años no ha producido ni medio centenar de muertos, aunque varios miles de personas quedaron contaminadas y sufrieron cánceres.
Pero en ningún caso esos tumores sumarion la décima parte de las víctimas de la guerra de Irak, que es sólo una de las muchas que se dan en numerosos países productores de petróleo, y que ya han producido millones de muertos.
Quizás ni llegue a haber un muerto en el desastre de los tres generadores de la central japonesa de Fukushima, cuya cúpula contiene la radiactividad, al contrario que Chernóbil, cuyos alrededores han sido descontaminados, y donde han vuelto a vivir ya 3.000 personas.
Valoremos no en dólares sino en vidas humanas la energía que consumimos. Quizás descubramos que unos cuantos tanques de nuestro coche cuestan la vida de un niño de los que mueren estos días en Libia, por ejemplo.
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SALAS. Hoy debo repetir una viñeta reciente:
Y ahora, castigados sin luz: