Al día siguiente, resonaban explosivas las risas de los conductores del programa y de muchos de los que los escuchábamos. Al mismo tiempo, se generaba una enorme muestra de desagrado por parte de aquellos serios periodistas que se sentían ofendidos por este juego sucio. Una posterior reflexión de Umberto Eco sobre la necesidad de “contaminar la realidad informativa para provocar la atención consciente” generó una contra-ola. De mas está decir que cuando habló el maestro Eco, muchos todos cambiaron de postura, felicitaron la fresca acción renovadora de Pergolini y se hicieron los distraídos sobre sus anteriores comentarios. Lo importante es que se viera que uno, no es tonto.