Una vez más debemos hacernos eco de una noticia dentro del mundo del rugby que nos habla de espíritu, de superación y lucha hasta el final entre la fuerza de voluntad y la fuerza física.
En este caso, sin embargo, es el deseo de jugar de un monstruo del rugby el que tiene que doblegarse ante las exigencias físicas: el guerrero Phil Vickery tiene que decir adiós al noble deporte del rugby. “Toro Salvaje” Vickery no tuvo una vida fácil.
Tuvo que dejar el colegio para ser pastor en el suroeste de Inglaterra. Probablemente fue de esos duros dias cuando decidiera hacerse el tatuaje que luce orgulloso, que dice: “Cambatiré contigo hasta la muerte”. Su labor en el mundo del rugby ha sido excepcional: Jugaba como pilar de los Wasps de Londres, fue un jugador fundamental de los British Lions y el líder moral de la selección de la rosa, en la que jugó en 73 ocasiones, logrando ser campeón del mundo en 2003 y a la que capitaneó en los torneos de 2007.
Siempre dio la cara en todo momento y tenía un sentido del deber sobre el campo que transmitia a sus compañeros. Su influencia e integridad dentro del mundo del rugby eran tales que se le concedió el título de Caballero del Imperio Británico. Todo se desató el 25 de septiembre, cuando en un partido con su equipo contra su ex equipo, el Gloucester, cayó con una conmoción cerebral. Todos se temían lo peor, ya que el delantero inglés ha padecido innumerables lesiones de cuello y espalda, e incluso hubo de ser operado por ello en ocho ocasiones.
Hoy, con 34 años, ha decidido no tentar más a la suerte y colgar sus botas. ¿Su despedida? Muy franca y sencilla: “"Miraré para atrás en mi carrera con muchos recuerdos felices. Fui un privilegiado por haber trabajado con los mejores entrenadores del mundo y por haber jugado con los mejores jugadores de rugby del mundo. Adiós
FUENTE:DIARIO SIGLO XXI Antonio Perez Gomez