Precisamente, este pasado martes hablaba con una alumna sobre música y me citó a este genial minimalista y le hablé de esta obra. Ella me respondió: "Agustín, me asustas :) parece que me lees el pensamiento, justo esa obra es la que me gustaría tocar". Con esta anécdota sólo quiero reflejar cómo Glass conecta con la sensibilidad contemporánea, con los jóvenes, con su tiempo...
El libro es delicioso. Realmente ha sabido hilar sus recuerdos con bastante método sin perder un ápice de interés, ya que es pródigo en anécdotas, detalles (especialmente interesantes los capítulos dedicados a dos de sus maestros, uno a través del amor (Shankar) y otra a través del "miedo", sic (Boulanger). Si comienzas mirando su índice onomástico ya te llevarás una idea de lo pródigo que es en curiosidades, pues a conocido a muchísimos protagonistas de la élite cultural, y habla, siempre desde su experiencia personal, tanto de pintores, como de escritores, etcétera... ¡Es interesantísimo!
Me llamó la atención cómo tuvo que pasar por situaciones similares a las que pasan otros músicos, como por ejemplo, la baja consideración social de la profesión del músico a la sazón, de lo que hablamos en esta página en otra ocasión. "Los músicos vivían en los límites de la respetabilidad y que la vida de músico no era algo a la que una persona instruida debiera aspirar", así lo dice. Su trabajo de la visualización (y la relación con el ajedrez), cómo estudiaba piano "vicariamente", podríamos decir (página 23), su definición del advenimiento del rock como "una versión de la música (hillbilly) de los Apalaches y creo que ese era su origen" (pág. 26).
Su preferencia por los sonidos camerísticos debidoi a sus audiciones juveniles ("la base de mi vocabulario musical"), la divertida anécdota de su encuentro con Copland, su percepción de los músicos de jazz más extraordinarios que escuchó en vivo, como Charlie Parker o John Coltrane, el consejo de Ornette Coleman: "no olvides que el mundo de la música y el negocio musical no son la misma cosa", su búsqueda incesante seis décadas del "origen de la música" (la curiosidad, el motor del saber).
Sobre su estética musical y modo de componer hay frases brillantes: "disonancia y belleza no son, a fin de cuentas, muy diferentes entre sí" (pág. 68), sobre Bruckner y Mahler "un gran lienzo pintado en clave de tiempo (..) enormes objetos graníticos pero en música", que bien podrían aplicarse a su propia esencia compositiva porque reconoce que le interesaba la longitud extrema de sus piezas, característico de su obra ("me gustaba su escala", en el sentido de proporción, no de sucesión de notas), su rutina horaria o hábito de trabajo, componiendo a capas, a partes; su consideración de que la práctica musical debía estar perfectamente coordinada con la escritura musical (lo ha demostrado a lo largo de toda su vida interpretativa, que considera en sí misma "una actividad creativa", pág. 127, relacionada con la "escucha imaginada"). Al final, después de mucho trabajo logró alcanzar la cima de la música, esa en la que se escucha interiormente (pág. 184) lo que nadie ha escuchado antes (parafraseando a E. Willems)
He querido sembrar hasta aquí sólo un breve ramillete de ejemplos para que tengáis una idea de lo variado y atrayente que es este volumen de casi medio millar de páginas. Incluye un e-book para los que lo compren. Os dejo la referencia: