PHILIP K. DICK DERROTADO: Desafío total
Publicado el 23 diciembre 2013 por Jorge Vilches
La película de Paul Verhoeven (1990), con el amigo Arnold y la potentísima Sharon Stone, animando la maravillosa BSO de Jerry Goldsmith, siempre estuvo entre mis películas de ciencia-ficción favoritas. La idea de creer que se está viviendo una vida que en realidad es falsa, y que al final se convierte en la verdadera, con un entorno que finge ser lo que no es: la esposa, los amigos y el trabajo, me pareció una sensación vertiginosa y, por tanto, atractiva. A esto Verhoeven añadió un rebaño de seres y efectos interesantísimos, mucho más allá de la prostituta de tres tetas. Por eso me decidí a leer el relato de Dick en el que los tres guionistas de Verhoeven se basaron. Y, además, hace poco vi el remake de 2012 de dirigió Len Wiseman.Cuidado, porque encontré una novela con el mismo título, Desafío total, con una foto de la película en la portada. Atención: no se trata de dicho relato, sino de una novelización de la cinta de 1990. El cuento de Dick se puede encontrar fácilmente en alguna de sus recopilaciones, e incluso buscando un poco en internet. El título dickeano no era muy comercial, pero sí descriptivo: Podemos recordarlo todo por usted al por mayor (We can remember it for you wholesale,1966). La comparación con las películas estaba servida. Veámosla.
Dick escribió un relato marca de la casa: la delgada línea entre la ficción y la realidad, el manejo de la memoria y la inducción, y la manipulación del ser humano. En esta ocasión el protagonista/víctima es Douglas Quail, un empleado de la Oficina de Emigración de la Costa Oeste. Vive con su mujer, una maltratadora psicológica que le insulta, amenaza y menosprecia, y a la que él tiene demasiado miedo como para contarle todos sus sentimientos y deseos. De hecho, cuando ella le abandona él exclama: “Al fin”. En la película de Verhoeven, la esposa es un agente secreto, interpretado por Stone; una profesión que no queda clara en el cuento. Todo lo contrario a lo que ocurre en la versión de Wiseman, donde la insulsa y operadísima Kate Beckinsale es una mala tipo Terminator; es decir, incombustible.En el cuento de Dick, el pobre Douglas Quail va a Rekal Incorporated con la intención de cumplir su sueño: ir a Marte, donde vive extraordinarias aventuras de agente secreto. Este sueño aparece en las dos películas, aunque quizá con más claridad en la de Wiseman, donde un Colin Farrell frío como una salchicha recién salida del frigorífico, comienza el filme pegando tiros y corriendo de la mano de la chica. Ni que decir el abismo existente entre Farrell y Arnold Schwarzenegger a la hora de dar vida a cualquier personaje; me quedo con el ex gobernador de California.
Rekal Incorporated es una empresa dedicada a insertar esquemas nemotécnicos falsos; es decir, una cadena de recuerdos que permite creer al cliente que ha vivido lo que antes deseaba. El nombre que le dieron los hombres de Verhoeven, Memory Call, casa mejor con la idea del relato: la llamada a la memoria. Porque lo que les pasa a los tres Douglas Quail es que al tocarles la mente les refrescan el recuerdo de lo que fueron antes. Esto acaba destapando la vida falsa en la que viven, y les pone en peligro.El peligro es relativo en la obra de Dick, donde el tipo se somete a la presión del sistema, y pide a la policía que se presenta en su casa que le implante otra cosa. Quail fue agente en Marte, y mató al director de Interplan, su agencia. Por eso le borraron la mente, y ahora que lo recuerda está en peligro. El Quail de Dick quiere recordar que fue millonario, famoso, un casanova,…cualquier cosa agradable que le evite problemas. Los ingenieros militares que lo llevan a cabo deciden introducir en su mente que con nueve años salvó a la Humanidad de una invasión alien gracias a su persuasión. El nuevo implante no sale bien, y Quail acaba mezclando los recuerdos con la ficción. Sí, es un relato de Dick.La versión de Verhoeven es más aguda en este sentido. El Quail agente secreto ha desaparecido con el borrado de la memoria, y hay un Quail nuevo al que el viejo le ha dado una misión. Pero se produce el choque entre ambas personalidades, que finalmente gana la versión más decente. Esta es la línea que sigue Wiseman, que expresa claramente cuando dice: “Búscate a ti mismo en el presente, no en el pasado”. Aquí es, en este planteamiento, donde Verhoeven venció a Dick.Solo me queda una comparación entre los dos filmes. Verhoeven tuvo su gran momento entre 1987, cuando filmó Robocop –película que nunca me llamó la atención, y de la que veremos pronto un remake-, y Starship Troopers (1997) –inteligente y divertida versión de Tropas del espacio, de Heinlein-. Entre medias tenemos el bodrio de Showgirls (1995), y la famosísima Instinto básico (1992) –sí…la del cruce de piernas-. También le debemos, aunque poco, la verdad, El hombre sin sombra (2000), con Kevin Bacon, que cuenta la deriva de un científico que se hace invisible y pierde la cabeza. Lise Wiseman estuvo a la sombra en títulos dignísimos como Stargate (1994) –que daría pie a la serie de TV-, Independence Day (1996) –con el impagable Will Smith-, Men in Black (1997) –humor y bichos-, y Godzilla (1998) –una cinta brillante casi hasta el final-. Comenzó a dirigir con Underwold (2003) y sus secuelas; todas roncables. Lo último que ha hecho ha sido dirigir el episodio piloto de la serie Sleepy Hollow (2013), de la que pronto haré una reseña.La comparación se salva señalando los fallos del filme de Wiseman. La estética es similar a la de Blade Runner –humedad constante, gris, humo, varios niveles, cultura oriental-. Marte no aparece casi por ningún lado, sino que se trata de la tensión entre la "Unión Federal Británica" y "Australia", su colonia. Ambos lugares se comunican por “The fall”, una especie de agujero. El resto es el dibujo de un régimen dictatorial y sin sentido, que no llega a las distopías propias de la ciencia-ficción. Tras un comienzo trepidante, a los 50 minutos la película se desinfla con persecuciones de duración ilógica y diálogos tontos.Entre los tres -Dick, Verhoeven y Wiseman-, el vencedor es con toda claridad el segundo, aunque yo seguiría el orden siguiente: lectura del relato, visionado de la película de Verhoeven, y luego el remake de 2012. Que aproveche. Publicado en Imperio Futura