Cuidado, porque encontré una novela con el mismo título, Desafío total, con una foto de la película en la portada. Atención: no se trata de dicho relato, sino de una novelización de la cinta de 1990. El cuento de Dick se puede encontrar fácilmente en alguna de sus recopilaciones, e incluso buscando un poco en internet. El título dickeano no era muy comercial, pero sí descriptivo: Podemos recordarlo todo por usted al por mayor (We can remember it for you wholesale,1966). La comparación con las películas estaba servida. Veámosla.
En el cuento de Dick, el pobre Douglas Quail va a Rekal Incorporated con la intención de cumplir su sueño: ir a Marte, donde vive extraordinarias aventuras de agente secreto. Este sueño aparece en las dos películas, aunque quizá con más claridad en la de Wiseman, donde un Colin Farrell frío como una salchicha recién salida del frigorífico, comienza el filme pegando tiros y corriendo de la mano de la chica. Ni que decir el abismo existente entre Farrell y Arnold Schwarzenegger a la hora de dar vida a cualquier personaje; me quedo con el ex gobernador de California.
El peligro es relativo en la obra de Dick, donde el tipo se somete a la presión del sistema, y pide a la policía que se presenta en su casa que le implante otra cosa. Quail fue agente en Marte, y mató al director de Interplan, su agencia. Por eso le borraron la mente, y ahora que lo recuerda está en peligro. El Quail de Dick quiere recordar que fue millonario, famoso, un casanova,…cualquier cosa agradable que le evite problemas. Los ingenieros militares que lo llevan a cabo deciden introducir en su mente que con nueve años salvó a la Humanidad de una invasión alien gracias a su persuasión. El nuevo implante no sale bien, y Quail acaba mezclando los recuerdos con la ficción. Sí, es un relato de Dick.
La versión de Verhoeven es más aguda en este sentido. El Quail agente secreto ha desaparecido con el borrado de la memoria, y hay un Quail nuevo al que el viejo le ha dado una misión. Pero se produce el choque entre ambas personalidades, que finalmente gana la versión más decente. Esta es la línea que sigue Wiseman, que expresa claramente cuando dice: “Búscate a ti mismo en el presente, no en el pasado”. Aquí es, en este planteamiento, donde Verhoeven venció a Dick.
La comparación se salva señalando los fallos del filme de Wiseman. La estética es similar a la de Blade Runner –humedad constante, gris, humo, varios niveles, cultura oriental-. Marte no aparece casi por ningún lado, sino que se trata de la tensión entre la "Unión Federal Británica" y "Australia", su colonia. Ambos lugares se comunican por “The fall”, una especie de agujero. El resto es el dibujo de un régimen dictatorial y sin sentido, que no llega a las distopías propias de la ciencia-ficción. Tras un comienzo trepidante, a los 50 minutos la película se desinfla con persecuciones de duración ilógica y diálogos tontos. Entre los tres -Dick, Verhoeven y Wiseman-, el vencedor es con toda claridad el segundo, aunque yo seguiría el orden siguiente: lectura del relato, visionado de la película de Verhoeven, y luego el remake de 2012. Que aproveche.