[7’5/10] Christian Petzold regresa a la Alemania de posguerra para rastrear las cenizas que dejó el nazismo. De esta manera, la huella de “Bárbara” tiene en “Phoenix” su continuación, con una mujer que vuelve de un campo de concentración con el rostro desfigurado, y que lo hace obsesionada con encontrar a su marido. Ella es Nelly, única superviviente de la familia, que se somete ahora a una operación de reconstrucción facial anhelando ser la que fue y ser reconocida por un Johnny al que todavía ama. Le espera un Berlín en ruinas y un pasado desconocido que puede convertirse para ella en una nueva muerte o en una resurrección.
Viendo “Phoenix” uno tiene la impresión de que Hitchcock trae de nuevo a Madeleine de entre los muertos de “Vértigo”. El empeño de Johnny por reproducir el pasado y a su esposa va parejo al deseo de Nelly por revivir un tiempo de triunfo del amor, pero más bien estamos ante el duelo entre la representación y la realidad… y la vida tiene todas las de ganar. El progresivo acercamiento de ambos y el descubrimiento de la realidad del otro no tiene vuelta atrás, lo mismo que el regreso de esos judíos marcados por la tragedia y que simboliza Lene, la amiga de Nelly. Es inevitable que la pesadilla de mentira, traición e inhumanidad no agoste cualquier intento de reparación, que la verdad no termine saliendo a la luz y sea descubierta de la manera más cruel. Antológico es el desenlace, en ese sentido, que no necesita palabras porque se ha ido cociendo a fuego lento y se trasluce en el silencio de los personajes.
Son precisamente el silencio que Petzold impone al dúo protagonista y la extraordinaria interpretación de Nina Hoss los elementos que dotan a la cinta de un espíritu de desengaño y de un alma mortuoria. Entre ellos las miradas dicen más que las palabras, y la atmósfera conseguida se mueve entre el realismo más crudo y la fantasía más irreal. Frialdad, desconfianza, distancia, amargura, tragedia son sentimientos que aletean en un ambiente enrarecido en donde el pasado es demasiado plomizo. La sobriedad narrativa y la contención expresiva ahondan en ese tono nada complaciente con el que el director pide al espectador que se meta en el alma muerta de esa mujer que regresa del infierno, que intente atisbar algún rastro de esperanza a esa relación marchita, que llene esos silencios y secretos que esconden deslealtad y falsedad.
Por otro lado, el rostro de Nelly comienza oculto por las vendas de la masacre para terminar quitándose ella misma otras más dolorosas e interiores. Ha sido un viaje de descubrimiento de sí misma que va más allá de los rasgos faciales. Ha sido un encuentro con la verdad que tenía en el antebrazo y que había sido escrito por quien menos sospechaba. La distancia y dureza de la cinta son evidentes, lo mismo que la austeridad de su estilo y la ausencia de concesiones. También lo es la precisión narrativa y la cuidada planificación, el tono intimista y el esfuerzo por darnos una historia de amor curiosa e incierta. En definitiva, una vez más asistimos al duelo entre la verdad y la simulación, entre la realidad y la representación, y en ese cruce de identidades y de ambigüedad se masca la pesadilla de todo un pueblo y de una mujer.
Calificación: 7’5/10
En las imágenes: Fotogramas de “Phoenix“, película distribuida en España por Golem © 2014 The Match Factory, Schramm Film Koerner & Weber, Tempus Film. Todos los derechos reservados.
Publicado el 17 junio, 2015 | Categoría: 7/10, Alemania, Año 2015, Críticas, Drama
Etiquetas: amor, Barbara, Christian Petzold, nazismo, Nina Hoss, Phoenix