Lo primero que llama la atención es la terraza. Con las sillas forradas de unos curiosos borreguitos blancos que cumplen perfectamente su función: la parte inferior de la espalda queda muy bien protegida de la fría humedad de Valencia.
Fuimos a cenar con unos amigos el sábado pasado, sin más referencias que lo que vimos en la carta unos días antes tomando una cerveza bajo el sol de mediodía. La propuesta es original, recogida, con unas pocas mesas , una barra y una cocina pequeña a la vista, de la que salen tapas que llaman la atención, por lo sabrosas y por la cuidada presentación. Tengo que destacar el Crujiente de carrillera, foie y manzana, las Mini Hamburguesas y las Croquetas caseras. La carta es reducida pero muy bien pensada y la ambientación del local y el excelente servicio invitan a la conversación y, sobretodo, a volver.
En la Plaza del Pintor Segrelles, fuera de otras zonas más “cool” de Valencia y resistiendo a la invasión oriental, hemos descubierto este local, ideal para una picada rápida, una cena con amigos, una aperitivo antes de comer o un gintonic en la terraza. También tienen platos del día y menús especiales. Una amplia y equilibrada oferta que me hace pensar que, si siguen en esta línea, se convertirán en uno de nuestros referentes. Por mejorar, la carta de vinos, en cuanto a grafismo y a algunas referencias en blancos, y las servilletas (será una manía personal, pero si son de papel, las prefiero algo más “historiadas”)
Resumiendo, 22 euros por persona con dos botellas de vino y gintonics para todos después de cenar. ¿Se puede pedir más? Volveremos. El Crujiente de rabito de cerdo me está llamado. Más info en su bonita web: www.picapbar.com