Si queremos hacer algo más rotundo y agresivo, por ejemplo procurar un trazo más fino, cosa que he hecho en varias de mis plumas, lo primero que tenemos que hacer es pensarlo bien, recordar que cada pasada es definitiva y que si nos ponemos a igualar de aquí y de allá, nos quedamos sin tajo. Suavidad, delicadeza, paciencia... En este caso yo empiezo con uno de los laterales del tajo, puesto en posición inclinada marcando la punta que quiero obtener. Dos o tres pasadas de cada lado, suave, sin apretar y a probar la pluma. Para hacerlo, yo tengo la pluma cargada de tinta durante todo el proceso. Así puedo probar cómo va la cosa y además la piedra se moja de tinta y, hasta ahora, ninguna ha protestado. Con unas cuantas series en uno y otro lado, el tajo se queda que corta el papel, pincha y rasca. Entonces empezamos a suavizar, redondear ligeramente, sin llegar a perder el anterior afilado y, lo que es peor, el metal que ya no podremos recuperar. Enseguida estaremos en la situación que describíamos antes. Ahora, simplemente deberemos suavizar una pluma que rasca un poco, pero que ya tiene el grosor que buscamos.
He leído en algún sitio que hay quien usa los alisados cantos rodados de ríos o playas para estos menesteres. Si no fuera por su curvatura no lo veo disparatado. El sílex tiene una composición, dureza y características similares a las piedras descritas. Muchos milenios debe haber rodado, chocado y acariciado por el agua para quedar tan suave.
Eso me recuerda una frase, creo que de Tagore, que decía algo similar a ésto: "No es el martillo quien deja redonda la piedra, sino el agua, con su danza y su canción". Este sabio proverbio es de total aplicación para afilar a nuestras plumas.
Os remito a las páginas que consulté yo antes de lanzarme al vacío:
PendemoniumMarcuslink PensPentrace