Un hombre mayor escucha el sonido de la conciencia tranquila al caer en forma de limosna en mano ajena, una chica joven discute por teléfono con alguien, cuatro muchachas pasan rápido a mi lado hablando en fluido inglés. He venido en autobús de dos pisos, me han mandado tres mensajes a mi móvil mientras miraba por la ventana, un amigo me llamó, dos compañeros de la facultad quedaron conmigo antes del examen para lamernos las heridas y hacernos creer entre los tres que hoy mereció la pena ver salir el sol.
No quiero pensar mucho, sólo sentir cómo mis zapatos son suaves y se amoldan a mis calcetines grises recién estrenados. Me duele la mentira, no el perdón ni el olvido.