Esa experiencia me ayudó a leer 1 Corintios 12 con una nueva perspectiva. Pablo comparó la Iglesia, el cuerpo de Cristo, con un cuerpo humano. Así como nuestro cuerpo físico tiene manos, pies, ojos y oídos, y todos son parte de un mismo cuerpo, ningún seguidor de Cristo puede declararse independiente del cuerpo ni ninguna parte puede decirle a otra que es innecesaria (vv. 12-17). «Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso» (v. 18).
Es fácil sentirse más insignificante que otros cuyos dones son diferentes o quizá más visibles. No obstante, el Señor desea que nos veamos como Él lo hace: creados en forma exclusiva y altamente valorados por Él.
Eres una pieza del cuadro que sin ti está incompleto. Dios te ha dotado para que seas una parte importante del cuerpo de Cristo, para honrarlo.
Tu vida es un regalo de Dios; conviértela en un regalo para Él.
(Nuestro Pan Diario)