Pigargos en Asturias, ¿nos hemos vuelto locos?

Por Davidalvarez

Evidentemente la pregunta del título es una pregunta retórica, porque la respuesta es obvia, aunque quizás no se trate de locura sino de intereses mucho más prosaicos que nada tienen que ver con la conservación de las especies o de los espacios naturales.

Pero vayamos por partes. Hace unos días, muchos de nosotros nos enterábamos por la prensa del inicio de un proyecto de "reintroducción de Pigargo (Haliaetus albicilla) en España". Se había rumoreado desde hacía tiempo, como se había rumoreado el plan de introducir linces boreales también en Asturias.


En ambos casos, tanto el pigargo como el lince europeo están incluidos en la actualización del Listado de especies extinguidas en estado silvestre en todo el medio natural de España (BOE Núm. 195 de 13 de agosto de 2018), y para esa inclusión se apoyan en la supuesta evidencia de citas confirmadas de reproducción de dichas especies en España. En el caso del lince boreal, parece que las pruebas de su presencia histórica son claras, pero ¿existen esas pruebas en el caso del Pigargo?

¿Se ha reproducido el Pigargo en España en tiempos históricos?

Según según el artículo 3 de la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, para certificar el carácter extinto de una especie en España "la presencia de ejemplares de dichas especies en tiempos pasados, incluyendo tiempos históricos ha de refrendarse en base a la mejor información técnica y científica disponible". Y tal como se indica en el BOE nº195 de 13 de agosto de 2018, esas evidencias deben estar demostradas en base a referencias escritas fidedignas basadas en datos irrefutables.

Cuando se consultan dichas referencias, que aparecen tanto en la ficha de la especie publicada por el Ministerio de Transición ecológica como en el informe preliminar del proyecto redactado por GREFA, se afirma que se ha constatado su reproducción en Baleares y algunas localidades del litoral mediterráneo, se apuntan algunas referencias de restos en yacimientos arqueológicos y varias citas, algunas recientes, de ejemplares solitarios cazados u observados. También se apunta la existencia de ciertos topónimos de rocas marinas, que según se comenta podrían ser atribuidos a pigargos, aunque sin posibilidad de confirmarlos. 

Todas esas referencias sobre la reproducción del Pigargo en España y sobre los restos arqueológicos han sido analizadas exhaustivamente y desmentidas una por una en un artículo de Abilio Reig-Ferrer (que se puede descargar aquí), en el que hace una pormenorizada revisión de todas ellas y confirma, basándose en los artículos publicados, que en el caso de los registros de nidificación en Baleares se trata de confusiones con nidos de Aguila pescadora (Pandión haliaetus), especie que sí se reproduce en dicho archipiélago. Ese error de identificación en las referencias originales ha sido sucesivamente citado como una referencia válida en posteriores artículos. En cuanto al resto de citas, tanto de ejemplares cazados como de observaciones puntuales, todo indica que se trataba de ejemplares divagantes procedentes de las poblaciones nórdicas.

Las conclusiones de este trabajo así como la escasa fiabilidad de los datos presentados en la ficha del Ministerio y en el informe de GREFA deberían ser suficientes para eliminar al Pigargo del Listado de especies extinguidas en estado silvestre y por supuesto para paralizar el proyecto de reintroducción de dicha especie actualmente en marcha.

El proyecto de reintroducción en Asturias

Si algo llama la atención de este proyecto es el enorme secretismo que lo ha rodeado desde el principio, de hecho, salvo los directamente implicados en el mismo, la mayoría nos hemos enterado por la prensa de que nueve pigargos procedentes de Noruega ya estaban en Asturias de camino al jaulón de hacking en la localidad de Pimiango, en el oriente asturiano, en el límite con Cantabria. 

Acto de presentación del proyecto en Pimiango el 2 de agosto  (Foto: David Pascual)

Como toda presentación que se precie, hubo posado ante la prensa con intervenciones de los representantes del Ministerio, de la Consejería de Medio Rural, de las autoridades locales y de GREFA, responsables de la reintroducción. Todo aderezado con una espicha, una banda de gaitas y reparto de camisetas y folletos. Algunas declaraciones que sobre todo hacían hincapié en el impacto socioeconómico que tendría esta introducción para potenciar el turismo, pero poca o ninguna información acerca de los trámites legales necesarios e imprescindibles para ejecutar un proyecto de estas características.

Imagen extraida del tríptico de presentación del proyecto (Foto: David Pascual)

Tal como contempla el Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero,  antes de plantearse cualquier proyecto de reintroducción, el Comité de Flora y Fauna Silvestres debe elaborar un dictamen técnico de valoración del cumplimiento o adecuación de dicho programa, se debe presentar un análisis de viabilidad de dicha reintroducción, así como la exposición de medidas de conservación para evitar afecciones negativas para las especies de la zona de suelta. Asimismo, de acuerdo con la legislación vigente (artículo 52.4 de la Ley 42/2007), "es necesario someter a una adecuada participación y audiencia públicas el programa propuesto". 

O algo nos hemos perdido o hay varios de estos requisitos que fija la legislación vigente que no se han cumplido, o al menos, no han salido a la luz y por lo tanto no han sido sometidos a participación y audiencia públicas. No hay noticias del dictamen del Comité científico, ni del plan de viabilidad, ni de las medidas de conservación. Asimismo, no debemos olvidar que la zona de suelta esta incluida en la Red Natura 2000, concretamente en la ZEC y ZEPA Ría de Ribadesella- Ría de Tinamayor, en la que se reproducen algunas especies incluídas en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Fauna Vertebrada de Asturias, por lo que debería aportarse otro informe sobre las posibles afecciones del proyecto, tanto a la zona protegida como a las especies que allí se reproducen.

Posibles afecciones sobre espacios y especies protegidas

El Pigargo es un ave rapaz de gran tamaño, que con sus dos metros y medio de envergadura, la convierten en un imponente depredador. Su dieta se compone básicamente de peces y otras aves, aunque también puede alimentarse de carroña. 

 Imagen extraida del tríptico de presentación del proyecto (Foto: David Pascual)

Esta predilección por la aves acuáticas no es algo que haya pasado desapercibido a los promotores del proyecto de introducción, ya que de hecho, han incorporado esta información en el tríptico que repartieron en el acto de presentación. No está de más recordar que al lado de la zona de suelta se encuentran unas de las pocas colonias de Cormorán moñudo (Phalacrocorax aristotelis) de la costa oriental, en declive desde hace años, como el resto de la población asturiana, que ha experimentado una reducción del 42% desde 2004.

Pigargo cazando un Cormorán moñudo (Fotografía de Ian Cook)

¿Se ha tenido en cuenta el posible impacto de esta depredación sobre las exiguas poblaciones de cormoranes moñudos de Asturias y del resto de la demarcación noratlántica? Todo indica que no, a pesar de la responsabilidad de la Administración asturiana en la conservación de esta especie, algo que tampoco resulta sorprendente a la vista de las nulas medidas que se han tomado hasta ahora para evitar su declive. ¿Y que ocurrirá durante la migración otoñal de aves marinas, que entre agosto y septiembre pasan a millares por el Cantábrico? Tampoco lo sabemos y tampoco parece que importe.

Posibles afecciones sobre otras especies
Como ya he comentado, el Pigargo es un gran depredador, en cuya dieta, además de aves marinas se incluyen los peces, como los salmones, esos que entran a desovar al río Cares, cuya desembocadura se encuentra a menos de 2 km del lugar donde se soltarán las aves. También conviene recordar que además de alimentarse de peces y de aves marinas, en algunos lugares en los que se ha reintroducido etsa especie, como en Escocia (donde sí se había extinguido recientemente como nidificante), los pigargos han encontrado una suculenta fuente de alimento en los corderos de las explotaciones ovinas de la zona, lo que ha llevado a los ganaderos escoceses a tachar la situación como "insostenible" y a solicitar a las autoridades una solución a este problema.

No deja de ser curioso que la misma administración asturiana que se vanagloria de sus campañas de eliminación de lobos y de hacer frente a los planes de protección de la especie, la misma que lleva mas de 15 años matando cormoranes con la excusa de proteger al salmón, sea ahora defensora a ultranza de la introducción de un depredador de salmones y de ganado. ¿Ha contado la administración asturiana con la más que previsible oposición de ganaderos y pescadores a esta nueva amenaza? Quizás debería plantearselo, ya que a la vista de sus últimas decisiones parece evidente que son ellos los que marcan la pauta en sus políticas ambientales.
¿Es una prioridad introducir pigargos en Asturias?Como ya se ha comentado anteriormente, las evidencias sobre la presencia del pigargo como nidificante, no solo en Asturias sino en todo el territorio español, no se sostienen, y una revisión crítica de las mismas confirma que las citas que se presentan o son confusiones con águilas pescadoras, o son datos anecdóticos de ejemplares divagantes que de ninguna manera servirían para justificar su estatus de especie extinta como especie reproductora. Pero incluso en el caso de que lo fuera, ¿eso sería suficiente para justificar su reintroducción en este momento?
En Asturias hay actualmente 30 especies incluidas en el Catálogo Regional de la Fauna Vertebrada Amenazada, un catálogo que por cierto, salvo un par de excepciones puntuales, no se revisa desde su publicación en el BOPA el 30 de marzo de 1990, o sea, hace 31 años. Entre esas especies, varias aves como el Urogallo con menos de 300 ejemplares, el Ostrero, con 5 parejas reproductoras, el cormorán moñudo con poco más de 150 parejas, o el Avión zapador, llevan sufriendo un declive generalizado desde hace décadas. ¿Por qué no invertir el dinero y el esfuerzo en tratar de que no desaparezcan estas especies? ¿Por qué no invertir esos esfuerzos en revertir la imparable degradación del hábitat, entre otras cosas por las políticas forestales incentivadas desde el gobierno asturiano?
Jaulón que se usará para el hacking de los pigargos en Pimiango (Foto: Juan Villar)
Quizás una imagen como la anterior sea el resumen perfecto de la situación actual. El jaulón donde permanecerán los pigargos antes de la suelta, en un entorno rodeado de plantaciones de Eucaliptus globulus, como toda la rasa costera asturiana, un paisaje degradado y empobrecido que sí necesitaría ser restaurado. Por cierto, el eucalipto es una especie forestal que ha sido catalogada como especie invasora por un comité científico de expertos independientes, pero cuyo dictamente ha sido ninguneado por el gobierno de turno.
Mientras el gobierno asturiano saca pecho y se hace fotografías para la prensa con este proyecto de "reintroducción", en los últimos meses ha modificado el plan forestal que permitirá incrementar la superficie de eucaliptales y permitirá plantar Eucaliptus nitens, con lo que podrán hacerse plantaciones a cotas más altas. También ha presentado la modificación de la ley de caza que a partir de ahora permitirá que los cazadores puedan disparar desde caminos y vías públicas, ha aprobado más matanzas de lobos y de cormoranes grandes, sigue permitiendo matar salmones y angulas a pesar del declive de las capturas, permitirá la instalación de parques eólicos en la mayoría de las sierras costeras del occidente y en la mar y aprobará que se expriman los ríos con más presas e hidrotornillos para "rentabilizar el agua asturiana". Se trata de la misma administración que levantó los acotamientos al pastoreo en los terrenos quemados, en contra de los informes de la propia Fiscalía que atribuía a la creación de pastos el 83% de los incendios
Cualquiera que relacione este proyecto Pigargo con las últimas decisiones medioambientales del Principado de Asturias puede que llegue a la conclusión de que simple y llanamente se trata de un lavado de cara para tapar una gestión ambiental nefasta, pero quizás sea yo que soy muy mal pensado.