Diferentes razones han hecho que no lo celebrásemos en absoluto, ni nos pudiésemos hacer ningún regalo. (entre otras un cólico nefrítico, un viaje de trabajo y unas anginas. Todo en la misma semana. ¿Qué os parece?)
He estado pensando qué cosas podría regalarle....y todo me parece manido, repetitivo, o excesivamente caro para mi presupuesto. Además, tendría que ser algo muy especial para que tarde y mal todavía le hiciese ilusión. Así que, tras muchas vueltas y descartes, he decidido que te voy a regalar un pijama.
¿Te ríes? ¿Crees que soy poco romántica? Bueno, ahora te explico por qué no.
No estoy hablando del típico pijama de punto de algodón con elásticos en los tobillos. De esos que los ves y te sientes parte de la revista ésa....te sale un AAAAAARG nada más verlo. Y si lleva un Spiderman o similar, un AAAAARG con risas.
No.
Tampoco el pijama que suele comprarse siendo de dos piezas (camiseta y pantalón de rayas o cuadros) y que termina siendo un pantalón con esacamisacotrosa. Esa que usaba en la facultad y que por mucho que intentes explicarle, ya no necesita. Porque no necesita amuleto. Ya ni con amuletos se arreglan muchas noches...jajajajajaja.
Yo quiero regalarle un pijama de los de siempre. De los de padre, o casi de abuelo. De los de camisa de botones con vivos en las solapas y los bolsillos y el pantalón a juego.
Sí. No me he equivocado. Quiero
¿Para qué? ¿Sigues sin ver la razón? Continúo.
Quiero levantarme una mañana y poder asomarme a la ventana con la chaqueta de tu pijama, de manga larga, que me quede enorme y me llegue hasta la mitad de la pierna, y con mi taza en la mano poder sonreír mientras me vuelvo recordando la cena de la noche anterior.
Quiero esa sensación de relax y placidez, de recuerdos y sensaciones, que se transmite siempre que en las películas salen estas imágenes.....esos desayunos, esa media sonrisa....ainnnssss.
Y no me sirve un pijama cualquiera. No, tiene que ser de buena calidad, porque quiero que dure otros 12 años más. Como poco.