Llevo casi dos meses practicando Pilates y en este poco tiempo no puedo estar más contenta con el resultado. Desde el parto, hace ya dos años, he buscado volver a ponerme en forma sin conseguirlo por problemas de horarios. Los meses de baja maternal me apunté a un gimnasio con horario flexible, y me fue muy bien, aunque tuve que dejarlo al volver a trabajar. Tampoco me llegaron a convencer del todo las palizas que me daba, la sensación de cansancio constante y cómo llevaba todo esto con la lactancia. Un año más tarde empecé a correr, pero lo dejé por el mal tiempo.
Tengo la sensación de que el Pilates estuvo de moda hace un tiempo pero ahora no tanto, y de que se está dejando de lado por actividades como la zumba, por ejemplo. Pero a mí siempre me ha funcionado, y ahora que tengo poco tiempo y una vida más complicada con la maternidad, se ha convertido en mi gran descubrimiento.
He tenido la suerte de encontrar un espacio donde se practica Pilates cerca de casa, con muy pocas alumnas y un profesor que sabe mucho y se explica de maravilla. Y en dos meses he conseguido fortalecer mi cuerpo en general, sobre todo la zona del abdomen y mi suelo pélvico, justo donde quería incidir. Pero además, me siento mejor, menos cansada y más relajada, que no es poco. Bendito efecto el del deporte. Desde que empecé con Pilates me siento mucho mejor y estoy recuperando mi figura de forma más evidente.
Este método ayuda a tomar conciencia de tu cuerpo y tu postura, es seguro y preciso y se evitan lesiones. Suelo tener la espalda muy dolorida de coger los 13 kilos de peso de mi rollizo hijo en brazos (y sobre todo por llevarlo a la cadera) en cada vuelta a casa, además de tortículis por dormir mal, pero ahora apenas me quejo. Estos ejercicios me ayudan a estar más recta, a colocar los hombros atrás y a sentarme y coger pesos de forma más segura.
Reconozco que las primeras clases, en las que se incide más en la respiración, son aburridas, y soy consciente de que mucha gente abandona por ello. Pero una vez cogido el tranquillo, dominar la respiración costal viene bien en el resto del día: para relajarse, para seguir tonificando el abdomen… incluso me ha servido para afrontar un pequeño episodio de asma que me pilló sin ventolín.
Es un tipo de ejercicios perfecto para combinar con abdominales hipopresivos y con una alimentación saludable. A menos en mi caso, me está sirviendo para estar más tonificada y ganar fuerza y elasticidad, lo que ha hecho que me encuentre menos cansada y con más ánimo en mi día a día. Otra de las grandes ventajas que le veo es que, como apenas sudas, puedes ir de clase a cualquier sitio, y esto viene muy bien cuando apenas tienes tiempo libre.
Los últimos diez minutos de la clase, en los que practicamos la relajación, son sin exagerar mis únicos diez minutos de calma, los únicos que tengo en ese día. Y aunque siempre corro el riesgo de dormirme (de momento no he caído fulminada, pero estoy a punto), salgo de allí tan relajada que vuelvo a casa levitando.
Lo recomiendo encarecidamente como recuperación posparto, siempre y cuando haya pasado la cuarentena y teniendo cuidado (y consultando a un médico) en los siguientes casos: tensión alta, hemorragia posparto, problemas graves de episiotomía, cesárea… No he probado a hacer Pilates estando embarazada ni con el bebé, pero si tuviera oportunidad, lo haría, más aún después de leer artículos como éste.
¿Os gusta Pilates? ¿Os ha funcionado tan bien como a mí?
Imagen tomada de aquí.