Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden.
Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Mercado, de Gonzalo Edmundo Celorio y Blasco (Ciudad de México, 1948), doctor en Literatura Iberoamericana por la UNAM, editor, ensayista, narrador y crítico literario mexicano. Fue director de la prestigiosa editorial Fondo de Cultura Económica. Es miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Cubana de la Lengua. En 2010 fue galardonado con el Premio Nacional de México en Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura. Su narración, incluida en la obra Minificción mexicana, de Lauro Zavala, tiene veintiuna palabras y dice así: MERCADOSeñora, si usted tuviera idea de mi soledad, no me exigiría que comprara cinco pesos de perejil: me vendería diez centavos.Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 3150
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)