La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.
Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación?Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Otro dinosaurio, de
Eduardo Berti (1964) escritor y periodista argentino, hijo de rumanos emigrados a Argentina durante la Segunda Guerra Mundial. Editor de la sección Cultura del diario Página, en 1994 publicó su primer libro su primer libro de ficción, Los pájaros, muy elogiado por la crítica. A este libro le siguieron dos novelas: Agua y La mujer de Wakefield, ambas traducidas al francés y a otros idiomas. En 1998 marcha a París (Francia), donde trabaja como periodista cultural, animó diversos talleres literarios en francés y español y siguió escribiendo. Publicó en 2002 el libro de microficción La vida imposible y en 2004 la novela Todos los Funes, votada entre los libros del año en el Times Literary Supplement y finalista del Premio Herralde. En 2009 se instala en Madrid (España), donde trabaja como traductor, guionista de cine y televisión y se encarga de antologías para diversas editoriales españolas y argentinas. Su relato tiene diecisiete palabras y fue publicado en La otra mirada, de David Lagmanovich.OTRO DINOSAURIOpor Eduardo BertiCuando el dinosaurio despertó, los dioses todavía estaban allí, inventando a la carrera el resto del mundo.
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)