La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial.
Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos.
Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Continúo hoy la serie de píldoras literarias con el minirrelato Reencuentro, de David Lagmanovich (1927-2010), crítico literario y escritor argentino. Como investigador en el campo de la microficción contribuyó a sentar las bases críticas del género del microrrelato con importantes obras como El microrrelato. Teoría e historia (2006) y La otra mirada. Antología del microrrelato hispánico (2005).1Como escritor publicó, entre otras, La hormiga escritora (2004) y Los cuatro elementos (2007). Doctor en Literatura por la Georgetown University, además de su labor de crítico y escritor, fue docente en distintas universidades en Argentina, Estados Unidos y Alemania.Les dejo con su relato
, que tiene trece palabras y se publicó en Casi el silencio (2005). Dice así:CASI EL SILENCIO
No eras tú la que yo quería
volver a encontrar,
sino tu recuerdo.
Pintura de Montserrat Gudiol (1933-2015)
Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
HArendt
elblogdeharendt@gmail.comLa verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)