Ahora resulta que Madrid es una ciudad sin candidatos a tan solo 100 días de las elecciones. Y no es que esté desierto el puesto, es que tienen un lío como el del camarote de los hermanos Marx, pero sin gracia y con mucha mala leche. El ex secretario general del PSM no es que haya tenido que salir por la puerta falsa de Ferraz, es que le han cambiado la cerradura de su despacho y le han puesto un segurata para impedirle el paso. Los de su propio partido. Ya no es que asistamos a los rifirrafes dentro del escenario teatral del Congreso. No. En las propias sedes de los partidos se afilan las espadas.
Y no solo pasa en el PSOE. Esperanza Aguirre salió triunfante de su tropiezo con los agentes de movilidad, y lo ha arreglado pagando la multa. Y tan pancha. Ahora se dedica a hacer campaña y no le hace ascos ni a Jorge Évole. La cuestión es salir en la tele. Aunque al final tenga que dar la "espantá".
Hay mucho movimiento de sillas y mucho nerviosismo. Los grandes, los de la casta que dice el coletas, están cagando blandito desde que el bipartidismo se ha visto amenazado por nuevas propuestas electorales. Por eso sacan a sus primeras espadas al ruedo. Y contratan a politólogos que les enseñen nuevas tendencias en marketing político. Lo vimos el otro día con uno de los candidatos del PSOE a la Alcaldía de Madrid, Antonio Miguel Carmona. Su "pim pam, propuesta pim pam, propuesta" era la respuesta al conocido "tic tac, tic tac" que Pablo Iglesias lanzó a Mariano Rajoy en un mitin de Podemos en Valencia. Al PP le ha dado por sacar al ministro - Sr. Burns. Mamá que viene el hombre del saco. Montoro sólo sabe amenazar. Politiza la agencia tributaria. Y que nadie le tosa.