Pinacotheca, las pinturas de la domus en la antigua Roma

Por Melisenda1997

Triclinium de Villa Carmiano, Gragnano, Nápoles


“Quien desdeña la pintura, delinque contra la verdad, delinque también contra toda esa sabiduría que debemos a los poetas —ya que poetas y pintores contribuyen por igual a nuestro conocimiento de las gestas y del aspecto de los héroes— y desdeña la proporción, gracias a cuyo ejercicio el arte participa de la razón. Para el que quiera una definición sabia, es menester decir que la pintura es invento de los dioses a partir de los distintos aspectos de la tierra, aquellos que las Horas dibujan en los prados, o también los que se producen en el cielo; ahora bien, si queremos verificar científicamente el origen del arte de la pintura, diremos que la representación de algo es un descubrimiento antiquísimo y muy afín a la misma naturaleza; unos hombres sabios la inventaron y la llamaron, unas veces pintura, otras, representación plástica.” (Filostrato Descripciones de Cuadros, I, 0)

El gusto romano por la pintura empezó originalmente con la conquista de Grecia cuando los generales y funcionarios romanos trajeron a Roma las obras de arte que bien expoliaron o compraron a los griegos.
"El dictador César compró, por ochenta (talentos), dos tablas de Timómaco, Medea y Áyax, para consagrarlas en el templo de Venus Generadora." (Plinio, Historia Natural, VII, 38)

Medea. Augusteo de Herculano


Las pinturas que colgaban de las paredes de los templos helenos o decoraban sus muros fueron con frecuencia desmontadas o arrancadas y una vez en Roma se mostraban en desfiles triunfales y se dedicaban y exhibían en edificios religiosos o civiles. Algunas se trasladaban a veces a residencias privadas, bien porque a sus dueños se los recompensaba de tal forma por su apoyo a ciertos gobernantes o por su contribución económica en distintas campañas bélicas, bien porque algunos deseaban atesorar el máximo número de obras de arte en sus casas para su goce personal, especialmente si tenían la oportunidad de conseguirlas aprovechándose de su cargo o superioridad.

"Había una lucha ecuestre del rey Agátocles magníficamente pintada en tablas. Con este tipo de tablas estaban revestidas las paredes interiores del templo. Nada había más famoso que esta pintura, nada en Siracusa que se juzgase más digno de visitarse. Marco Marcelo, aunque su victoria había convertido en profano todo aquello, no tocó estas tablas, impedido por un escrúpulo religioso. Ése (Verres), aunque por la paz duradera y la fidelidad del pueblo siracusano, había recibido aquello ya con carácter sagrado, se llevó todas las tablas; las paredes, cuyo ornato había permanecido tantos siglos, escapado a tantas guerras, las dejó desnudas y deformes." (Cicerón, Contra Verres, Discurso IV, 55)

Escenas de la Ilíada, Roma, Museos Vaticanos


Algunos gobernantes utilizaron estas pinturas expoliadas como propaganda, pues al mostrarlas en público querían dar a entender que las divinidades y figuras mitológicas representadas tenían un vínculo con su propio linaje o triunfo.


Un ejemplo famoso es el de la Afrodita Anadyomene que se trajo Augusto desde Cos para colgarla en el Templo de César en el Foro Romano. Realizada por Apelles, el pintor de corte de Alejandro Magno, hizo su viaje hasta Roma para poner de manifiesto el linaje divino de César y su heredero.

"Su Venus naciendo del mar, conocida como Venus Anadyomene, fue consagrada por el difunto emperador augusto en el templo de su padre César; una obra que se ha celebrado en versos griegos, los cuales, aunque han sobrevivido a su pérdida, han perpetuado su fama."(Plinio, Historia Natural, XXXV, 95)

Venus Anadyomene, Casa del príncipe de Nápoles, Pompeya

Los edificios públicos romanos pronto se llenaron de obras pictóricas, ya fueran pintadas sobre tablas o sobre los muros, a la manera que se veían en las ciudades conquistadas de Grecia.

"En realidad, la ciudad del Sol (Rodas) tiene una belleza adecuada a la divinidad. Recorriendo los pórticos del templo de Dioniso examiné cada una de las pinturas, disfrutando de su contemplación y rememorando los relatos heroicos." (Luciano, Amores, 8)

Con la llegada de productos suntuosos y exóticos gracias a la conquista de territorios del Mediterráneo Oriental, se hizo patente el gusto por el lujo y la ostentación de la nueva sociedad romana. Los propietarios de las casas elegían los elementos pictóricos con la ayuda de hábiles artesanos con un rico abanico de posibilidades tomado de la extraordinaria variedad de la iconografía griega, que habían aprendido a apreciar dicha variedad desde el momento en que el mundo romano asimiló la cultura helenística y sus obras de arte, y desde que los artesanos griegos llegaron en masa a las ciudades de la antigua Italia, como botín de su victoria y se convirtieron en esclavos o trabajadores a sueldo de los servicios públicos y de las élites romanas.

Un estudio de pintura romano. Pintura de Alma-Tadema


Escenas con los amores de dioses y personajes mitológicos, hazañas de héroes y tragedias basadas en obras épicas y líricas se podían ver tanto en las paredes de los edificios griegos como romanos.

"Mientras paseaba, pues, por el resto de la ciudad (Sidón) y examinaba los exvotos, veo colgada una pintura con un paisaje a la vez de tierra y mar: el cuadro tenía por tema Europa, el mar era el de Fenicia; la tierra, la de Sidón, En la tierra había un prado y un corro de doncellas. En el mar nadaba un toro y sobre su lomo iba sentada una hermosa joven que en dirección a Creta en el toro navegaba…El toro estaba pintado en medio del mar, montado sobre las olas, alzándose como un cerro el oleaje donde la pata doblada del toro se curvaba…La joven estaba sentada en medio de su lomo, no a horcajadas, sino de lado, con las dos piernas juntas sobre el flanco derecho...En torno al toro danzaban los delfines, jugueteaban Amores: se hubiera dicho que incluso sus movimientos habían sido allí pintados." (Leucipa y Clitofonte, Aquiles Tacio, I, 1)

Europa y Zeus convertido en toro. Pintura de la villa de Cicerón, Pompeya

Como la vivienda romana se convirtió en un lugar que proporcionaba a su propietario el espacio más agradable posible donde relajarse, pasó también a ofrecerle un entorno figurativo muy agradable estéticamente donde celebrar reuniones y encuentros.

"En los pórticos de mi casa de Túsculo me he construido unos rincones de lectura y quisiera adornarlos con pinturas: es más, si hay algo de este tipo de decoraciones que me guste es la pintura." (Cicerón, Cartas a Familiares, VII, 23)

La distribución de las estancias y de la decoración tuvo un papel fundamental a la hora de construir estas casas que inspiraban una poderosa sensación de lujo.

Las pinacotecas, las salas de bordar, los estudios de pintura, se orientarán hacia el norte para que los colores mantengan sus propiedades inalterables al trabajar con ellos, pues la luz en esta orientación es constante y uniforme.” (Vitruvio, De Arquitectura, L. VI, cap. 4)

Este estilo de vida no era patrimonio exclusivo de los aristocráticos y los individuos acomodados, sino que poco a poco fue adoptado por más clases sociales que empleaban esas espléndidas ornamentaciones para poner de relieve la posición que habían conseguido y para expresar su pertenencia a una cultura específica. Los propietarios romanos construyeron casas tan grandes como palacios, y usaron la pintura y su capacidad para crear la ilusión de simular los muros de edificios suntuosos que no existían de verdad.

Villa de Fabio Synistor. Boscoreale. Museo Metropolitan, Nueva York



La pintura mural era una de las preferidas entre las múltiples creaciones artesanales empleadas por los decoradores pictóricos. Más allá de su indiscutible valor ornamental, las amplias superficies pictóricas cubiertas de imágenes y símbolos visuales proporcionan información notable para reconstruir los estilos de vida de la época, también para revelar la mentalidad y la imaginación de los antiguos propietarios de las viviendas, ya que estas pinturas comunican de una forma tan evocadora como la de las narraciones escritas o recitadas.
En una pintura de la Domus Áurea de Nerón se muestra el adiós de Andrómaca a su esposo Héctor durante la guerra de Troya y Plutarco relata un suceso que expresa la tristeza ante las despedidas por motivos bélicos en el que se hace referencia a un cuadro con ese mismo tema.

"Debiendo Porcia regresar desde allí a Roma, quería ejecutarlo sin noticia de Bruto, por la gran pena que le causaba; pero un cuadro le hizo traición y la descubrió en medio de que era mujer de mucho espíritu, porque contenía un suceso griego que era la despedida de Héctor, llevándose consigo Andrómaca el hijo, y quedándose con los ojos fijos en aquel. La representación de este acto tan tierno le arrancó a Porcia las lágrimas, y yéndosele todo el día en mirarle, prorrumpía en sollozos; y como Acilio, uno de los amigos de Bruto, recitase aquellos versos de Andrómaca a Héctor: Tú me eres, Héctor, padre y madre cara, y amado hermano, y floreciente esposo, dijosonriéndose Bruto: “Pues en cuanto a mí, no cuadra replicar con lo que respondió Héctor: Tú a las criadas de la rueca y telas la diaria tarea les reparte; porque si le falta a Porcia el cuerpo para igualarnos en hechos de valor, en su ánimo se sacrifica por la patria al par de nosotros”." (Plutarco, Vidas Paralelas, Bruto, XXIII)

Adiós de Andrómaca a Héctor. Domus Áurea, Roma


En las residencias de las élites romanas, las pinturas figurativas solían ser realizadas por artesanos muy experimentados ya que parecen estar distribuidas según un programa pictórico que sigue cierta lógica y se integra en un conjunto. 

Villa Farnesina. Museo Nacional Romano. Roma. Foto Samuel López



En las viviendas de los libertos, había numerosas pinturas con variedad de imágenes, aunque presentaban menos destreza en su ejecución. El conjunto decorativo (que presentaba temas mitológicos fácilmente identificables) no solía formar un programa decorativo coherente, por lo que parece haberse diseñado únicamente para alardear de la posición social y económica conseguida por el propietario.

"Había, en efecto, un mural que representaba un mercado de esclavos con sus respectivas leyendas. También estaba representado el propio Trimalción - con largas melenas de esclavo y con un caduceo en la mano - entrando en Roma de la mano de Minerva. En otro plano se representaba cómo había aprendido a calcular y cómo llegó más tarde a ser administrador. Un pintor detallista había descrito minuciosamente toda su vida en cuidadas leyendas. En el extremo del pórtico se veía como Mercurio levantaba a Trimalción por el mentón subiéndolo hacia un estrado superior. A un lado estaba la Fortuna con el cuerno de la abundancia a rebosar y, al otro, las tres parcas dando vueltas a sus husos de oro. (Petronio, Satiricón, 29)


Por último, en las casas de la clase media, el uso exagerado de pinturas figurativas demuestra la falta de comprensión de los temas mitológicos, cuya elección, adecuada a la habilidad de los decoradores, era dictada exclusivamente por el deseo de reflejar una decoración ostentosa que les permitiera alcanzar el reconocimiento social que la ascendencia modesta de su familia les negaba. 

Izda, Pan y ninfas. Centro, Europa sobre Zeus convertido en toro. Drcha, Hércules y Neso.
Casa de Jasón, Pompeya


En el mundo romano, así pues, con el paso del tiempo un tipo de narración mitológica que incorporaba un mensaje específico procedente de la civilización griega fue adoptado por la élite y posteriormente por grupos más amplios de la sociedad con el fin de expresar un sistema de valores auténtico, así como situaciones y emociones como la devoción por los dioses y la familia, el amor y la fidelidad dentro del matrimonio, el comportamiento virtuoso, el esfuerzo por conseguir lo que se pretende, el interés por el mundo cultural y artístico, pero también la certeza de recibir el justo castigo por parte de los dioses, ante cualquier forma de impiedad.


“Penteo, hijo de Equión y Ágave, negó que Líber fuera un dios y no quiso aceptar sus misterios. Por este motivo su madre Ágave, enloquecida por Líber, en compañía de sus hermanas Ino y Autónoe, lo despedazó miembro a miembro.” (Higino, Fábulas, 184)

Penteo despedazado por su madre y tías. Casa de Vettii, Pompeya


Es posible, por tanto, deducir que los frescos de temática mitológica revelan tanto una tendencia hacia la evasión de la realidad cotidiana como la introducción a la discusión sobre la ética y los principios romanos, ya que todo el mundo podía reflexionar sobre las situaciones y emociones experimentadas día a día al observar las leyendas de los dioses y las proezas de los héroes, y extraer de esas lecciones y modelos de conducta enseñanzas necesarias para la vida.
Así sucede con Perseo, héroe que, a través de sus dilatados viajes en espacio y tiempo, lleva a cabo hazañas beneficiosas para los humanos, superando numerosos peligros con la ayuda siempre de los dioses y obteniendo, así, la inmortalidad. Este personaje mítico, aureolado por sus empresas victoriosas, pasa a integrarse, por su carácter alegórico de imagen benéfica, en los programas iconográficos de los lugares, en los que se representa, con un acusado simbolismo en relación a ideas de bienestar y de prosperidad. Al igual que con Medusa, a la que da muerte, se creía que alejaba el mal de ojo e infortunio.

"El país es el de los etíopes; el de las sandalias aladas, Perseo; la que está encadenada a la piedra, Andrómeda; la cabeza degollada es la de la petrificadora Gorgona; el monstruo marino, la prueba de amor; la locuaz dicha de una madre, la de Casiopea. Mientras ella libera de la roca sus pies, entumecidos por la inactividad, su pretendiente engalana a la novia, es su premio. (Antífilo de Bizancio, Antología Palatina, Descripción de un cuadro de Perseo y Andrómeda)

Perseo acudiendo al rescate de Andrómeda. Villa de Agripa Póstumo. Boscotrescase.Museo Metropolitan, Nueva York

Por el contrario, la imagen de Ariadna abandonada por Teseo, después de haberle prestado ayuda, tras haberse convertido él en un héroe al matar al Minotauro, podría llevar a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del ser humano y del amor. Ariadna es descubierta por Dionisos quien la convierte en su esposa. El resultado es el triunfo del amor sobre el egoísmo humano."Teseo se portó mal con Ariadna —algunos, sin embargo, dicen que fue a instancias de Dioniso—, dejándola dormida en la isla de Día: seguro que se lo habrás oído contar a tu nodriza, pues las nodrizas son sabias en este tipo de historias y pueden incluso llorar mientras las cuentan, si así lo desean. No hace falta decir que el que está en la nave es Teseo, que Dioniso es el que está en tierra y te trataría como un ignorante si te dijera quién es la que está tumbada sobre las piedras, como durmiendo un dulce sueño.

Tampoco basta con mencionar las cualidades del artista en los detalles en que cualquiera sobresaldría: cualquier pintor lo tiene fácil para hacer bella a Ariadna, bello a Teseo; todo pintor o artista plástico es capaz de representar a Dioniso en una de sus mil caracterizaciones, aunque sólo capte una parte pequeña de ellas." (Filostrato, Descripciones de cuadros, I, 15, 1-2)

Izda, Ariadna dando a Teseo el hilo para salir del laberinto, casa de la caza antigua. Centro, Teseo recibiendo las gracias por matar al Minotauro, casa de Gavius Rufus. Drcha, Teseo abandonando a Ariadna en Naxos, casa de Lucius Cecilius Jocundus. Pompeya

Izda, Ariadna llorando tras la huida de Teseo, Museo Arqueológico de Nápoles. Centro, Dioniso descubre a Ariadna, casa de los capiteles coloreados. Drcha, Dioniso y Ariadna, casa del brazalete dorado. Pompeya


A los héroes no solo se los representaba en acción, sino también después de realizar alguna de sus proezas, en momento de relajación. Volviendo al caso de Perseo, este es mostrado sentado junto a Andrómeda mostrando la cabeza de Medusa como un trofeo.

Perseo y Andrómeda. Casa de Safo, Pompeya. Museo Arqueológico de Nápoles. 
Foto de Samuel López


En las casas romanas se copiaban pinturas de la época helenística ya que tener copias de artistas famosos era un orgullo que compensaba a los ricos de clase media el no tener un noble linaje social. Entre ellos destacan Parrasios de Éfeso, que vivió en Atenas hacia el 400 a. C., y se distingue por el cuidado de las proporciones y rasgos del cuerpo; Apeles, el pintor más famoso de la Antigüedad, que pintó repetidamente a Alejandro Magno; Nealce, que vivió hacia el 250 a. C., y prefería los temas de la naturaleza; Protógenes, de época alejandrina, se distinguió por el acabado minucioso de sus pinturas; Nicias, que era contemporáneo de Praxiteles, pintó sobre todo la belleza femenina cuidando mucho el claroscuro; Eufranor de Corinto, hacia el 360 a. C., fue pintor de divinidades y escenas alegóricas grandiosas; Pausias de Sición, fue notable por su pintura al encausto, y muy cuidadoso en la perspectiva en sus cuadros y que gustaba de colores casi tenebrosos.

¿Y qué, si obligase a Parrasios a pintar mezclando colores, a Apeles usando colores únicos, a Nealce obras grandiosas, a Protógenes cosas diminutas, a Nicias obras tenebrosas, o a Dionisio luminosas, a Eufranor temas licenciosos y a Pausias composiciones austeras? (Frontón, Epístolas, 160)

Uno de los más famosos pintores griegos fue Apeles, quien pintó a Alejandro Magno en numerosas ocasiones. Una pintura de Pompeya le representa en una versión suya caracterizado del dios Zeus.

"Pintó también, en el templo de Diana en Éfeso, a Alejandro Magno con los rayos en la mano, un cuadro por el que recibió veinte talentos de oro." (Plinio, Historia natural, XXXV, 95)

Alejandro Magno como Zeus, probable copia de un cuadro de Apeles.
Casa de los Vettii, Pompeya


Al igual que se tenía conocimiento de la poesía de Homero y las comedias de Menandro, los nombres de estos pintores famosos circulaban entre los adinerados patronos.

“Si no has visto la Venus de Apeles, mira a mi chica: ella tiene el mismo candor.” (CIL IV, 1824)

Villa Farnesina, Museo Nacional Romano, Roma

Estos pintores helenísticos cuidaban el detalle al máximo y a partir de su trabajo la estética del trampantojo prevaleció en la pintura griega. Sus obras gozaban de tal realismo que existe una anécdota sobre una competición entre dos de ellos.
"Zeuxis y su contemporáneo Parrasio entraron en un concurso para determinar quién era el mejor artista. Cuando Zeuxis descubrió su pintura de las uvas, parecían tan reales que los pájaros volaron hasta ellas para picotearlas. Pero cuando Parrasios, cuya pintura estaba oculta tras una cortina, pidió a Zeuxis que la destapara, la cortina resultó ser una ilusión pintada. Parrasio ganó, y Zeuxis dijo: Yo he engañado a los pájaros, pero Parrasio ha engañado a Zeuxis.” (Plinio, Historia Natural, XXXV, 36)

Zeuxis contemplando su obra. pintura de J.G. Hiltensperger



Pero los pintores artísticos romanos lejos de ser meros copistas destinados a repetir modelos iconográficos y literarios reconvirtieron hábilmente las tradiciones heredadas para crear sorprendentes y cautivadoras imágenes e ideas. Por ejemplo, Las Metamorfosis de Ovidio proporcionaron nuevos motivos que, sin tener tradición en el arte griego, se convirtieron en temas populares en las representaciones pictóricas de las casas romanas, como el tema de Píramo y Tisbe.

Izda, casa del Restaurante. Drcha, Casa de Octavio Quartius. Pompeya



En cuanto a las múltiples referencias a la producción literaria que contenían las pinturas murales no se sabe si pueden atribuirse al vasto repertorio iconográfico que los pintores ofrecían a sus clientes o a una selección consciente, basada en una profunda y extensa cultura, por parte de éstos.
“La fuente dibuja la imagen de Narciso y el cuadro la fuente y todo lo referente a Narciso. Un muchacho que acaba de poner fin a su cacería está de pie junto a una fuente, arrastrado por el deseo de sí mismo y enamorado de su propia cara que, reluciente, se refleja, como ves, en el agua.” (Filostrato, Descripciones de cuadros, I, 23)

Narciso. Casa del Larario de Aquiles. Pompeya



Algunos temas indican una serie de reproducciones extraídas de la tragedia y relacionadas con el mundo de la representación dramática, con gran variedad de detalles basados en la escenificación teatral. Entre los mitos populares estaba el relacionado con Ifigenia, como ejemplo del amor (pietas) ofrecido a los dioses.

"Cosas hay que deben ocultarse, o a lo menos no deben ponerse a la vista, porque es imposible pintarlas al vivo con toda su valentía. Así lo practicó Timantes de Citna en aquella pintura, en la que aventajó a Colotes de Teo. Pues habiendo pintado en el sacrificio de Ifigenia a Calcante triste, y más triste aún a Ulises, apuró toda su habilidad en pintar la tristeza de Menelao, tío de aquella princesa. Apurados ya los secretos del arte, y no encontrando ya modo de expresar el sentimiento, cual correspondía, en el semblante del padre, le cubrió con un velo, dejando a la consideración de los que lo mirasen, el ponderar en su imaginación el dolor paternal." (Quintiliano, Instituciones Oratorias, II, 14)

Sacrificio de Ifigenia, Casa del Poeta Trágico, Pompeya

Ejemplos de la piedad a los familiares, especialmente a los padres, los antepasados y los difuntos también se refleja en la pintura doméstica.
"Algo similar podemos decir de la piedad de Pero, pues también ella alimentó como si fuera un bebé a su padre, Cimón, cuando éste sufrió una desgracia semejante a la anterior y fue encarcelado siendo ya anciano.

Atónitos y asombrados se quedan los ojos de los hombres cuando ven la representación de esta escena y, admirados, ven renovado en la nueva imagen lo que sucedió en el pasado, al imaginarse que esas siluetas muertas son realmente cuerpos vivos y animados." (Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables, V, 4, Ejemplos extranjeros 1)

Pero y Cimón, Museo Arqueológico de Nápoles

La Iliada y la Odisea proporcionaron un amplio abanico de temas representados en los muros de las residencias romanas. Las amistades y rivalidades de los dioses y mortales implicados, junto a episodios épicos, suministraron motivos y personajes que se repitieron constantemente. La entrada del caballo dejado por los griegos en Troya o el destino de sus habitantes aparece con frecuencia en las pinturas murales.

Izda, caballo de Troya. Drcha, rapto de Casandra. Casa de Menandro, Pompeya


Hércules, Dionisos o Baco y Venus eran la tríada protectora de la región vesubiana y por eso son los más representados en las casas pompeyanas.

“Éstas son las cumbres que Baco prefirió a las colinas de Nisa, por este monte (el Vesubio plantado de vides) desplegaban hace poco sus danzas los sátiros, ésta es la morada de Venus (Templo en Pompeya), más grata para ella que Lacedemonia, aquí había un sitio famoso por el nombre de Hércules (Herculano).” (Marcial, Epigramas, IV, 44)

Baco y el Vesubio. Casa del Centenario, Pompeya

Las imágenes de Venus son numerosas tanto en el interior como en el exterior de los edificios; el motivo de ello es que la diosa del amor había asumido el rol de protectora de la ciudad cuando, en el siglo I a. C., Sila desarrolló la colonia y le dio el nombre de Colonia Cornelia Veneria Pompeianorum, uniendo su gentilicio (Cornelio) al nombre de la deidad por la que sentía especial veneración. 

Nacimiento de Venus. Casa de Venus en la concha. Pompeya. Foto de Samuel lópez



Las paredes pintadas tenían, a menudo, como tema a Dionisos y sus compañeros, los sátiros y las ménades (Thyasos Dionysos): la alusión al amor y a los placeres evocados por esta deidad estaban en armonía con la elección de las imágenes mitológicas y las imágenes señalaban hacia un mundo de liberación y esparcimiento. 

Dioniso y Ariadna con su cortejo de sátiros y ménades. Casa de Marco Lucrecio Fronto.
Foto de Carlo Raso 


El sátiro abrazando a una ménade o una ninfa es uno de los temas más recurrentes de las grandes imágenes figurativas de la pintura romana.

Izda, sátiro sorprendiendo a una ninfa. Drcha, sátiro abrazando una ménade.
Museo Arqueológico de Nápoles


La primacía de la imagen de Hércules en los espacios privados venía dictada por las motivaciones personales del cliente, que, en función de sus necesidades, buscaba ayuda, ejemplo o protección en la figura del héroe. Las residencias de la clase media, que se había vuelto más próspera, recurrieron especialmente a este héroe, cuando sus miembros sintieron la necesidad de poner su recién obtenido bienestar bajo los auspicios de Hércules, quien había conseguido realizar sus trabajos con éxito.

"Imaginemos a Heracles preparado para la lucha; no debía de ser en nada diferente a como se ha pintado aquí: vigoroso, hábil luchador a juzgar por la armonía de sus proporciones. Sería más bien de talla gigantesca y de aspecto sobrehumano. Se nota en el color de la sangre en su cuerpo y en sus venas, hinchadas como por la tensión de su furia." (Filostrato, Descripciones de cuadros, II, 21, 3)

Hércules luchando con el león de Nemea. Augusteo de Herculano

Entre la variedad de temas mitológicos, los preferidos eran el amor entre los dioses o entre los dioses y los mortales, ya que la imagen asumía el papel de ser un emblema de felicidad conyugal, algo que adquirió mayor significado durante el principado de Augusto a causa de su legislación relacionada con el matrimonio.

Villa Farnesina. Museo Nacional Romano. Roma



Además, los moradores de las viviendas se identificaban con las figuras divinas: por ejemplo, Marte representaba la valentía masculina y Venus la belleza femenina. Las pinturas que mostraban a esta pareja de dioses se convirtieron en una alegoría de la concordia, ya que el dios de la guerra se ve desarmado por la diosa del amor. Como la desnudez en los dioses no estaba mal vista, ambas deidades se representaban frecuentemente sin ropa en las distintas estancias de la domus, para deleite de sus moradores. 

Venus y Marte. Casa de Meleagro, Pompeya. Museo Arqueológico de Nápoles



Las escenas de amplio contenido erótico o sexual no solo decoraban los lugares destinados al placer corporal, como las termas, o los lupanares, sino que formaban parte de la ornamentación de cubicula y estancias dedicadas al descanso y al ocio.

"Pues, así como en nuestras casas brillan las imágenes de los antepasados pintadas por la mano de un artista, de la misma manera se puede encontrar en algún lugar una tablilla que represente algunas posturas y figuras amorosas ; y así como el hijo de Telamón está en una representación sedente expresando la cólera en su rostro y una madre cruel lleva el crimen en sus ojos, así también aparece Venus empapada de agua enjugando con los dedos sus húmedos cabellos y cubierta aún con las aguas maternas." (Ovidio, Tristes, II, 521)

Casa del Centenario, Pompeya. Foto Wolfgang Rieger

Aunque las mujeres mortales no se muestran en las pinturas sin ropa por la moralidad y el pudor de la época, la mitología sí ofrecía miles de oportunidades para retratar el cuerpo femenino desnudo, especialmente, en momentos de seducción, como en el mito de Apolo y Dafne o en el de Leda y Zeus convertido en cisne. 

Izda, Apolo y Dafne. Casa del Efebo, Pompeya. Drcha, Leda y Zeus metamorfoseado en cisne,
Museo Arqueológico de Nápoles, foto de Samuel López


No faltaban los temas referentes a las artes y la producción literaria y teatral. Las máscaras aparecían como adorno o como evocación de un estilo de vida que proporcionase tiempo para el estudio y la práctica de las artes. Los retratos de poetas y filósofos, y las figuras de las musas, aparte de función decorativa, podían evocar un estilo de vida dedicado a las artes y el interés de los propietarios por demostrar sus conocimientos intelectuales a sus invitados.

Musas. Villa de Moregine, Pompeya


Con las pinturas de jardines, los propietarios deseaban trasladar la belleza y la tranquilidad de las zonas verdes hasta las paredes de sus hogares. Este tipo de pinturas empezaron durante la era de Augusto. Su esposa Livia mandó decorar varias estancias de la villa que se habían construido a las puertas de Roma. Hizo pintar frescos únicos que representaban un jardín repleto de distintas variedades de plantas con sugerentes flores.
Los peristilos de los jardines domésticos más modestos podían convertirse en espacios más amplios recurriendo al uso de la pintura mural sobre sus pórticos en los que se representaban frondosas vegetaciones que mostraban frutos, árboles, flores, aves, fuentes y esculturas.

Villa de Livia en Prima Porta. Museo Nacional Romano. Roma. Foto Samuel López


Un pictor experto podía reproducir cualquier variedad vegetal, especie animal y todos los elementos de un jardín real, incluyendo enrejados, balaustradas, estatuas y fuentes de agua. Se pintaban jardines en estancias interiores como comedores, en los que se podía así disfrutar de un paisaje "natural", como si estuvieran en un jardín de verdad. Pero esos poéticos lugares creados utilizando técnicas que implican la ilusión pictórica eran en realidad solo “reales” en apariencia. Plantas que crecen o florecen en estaciones distintas y aves que se encuentran en una zona específica en un momento concreto del año, se representaban en un mismo contexto y son, en realidad, elementos que nunca podrían coexistir en un jardín de verdad.

"Hay también otro dormitorio, verde y sombreado por el plátano más próximo, adornado con mármol hasta la altura del friso y un fresco, que no cede al encanto del mármol, y que representa a unos pájaros posados sobre las ramas de un árbol." (Plinio, Epístolas, V, 6)

Casa del brazalete de oro. Pompeya

El deseo de adornar la zona residencial y la tendencia de yuxtaponer distintos estilos sin preocuparse por la coherencia interna entre ellos provocaron que la pintura de jardines se extendiera mucho y que se cubrieran paredes enteras – incluso paredes exteriores o del recinto – con paisajes lejanos y exóticos, haciendo un gran uso de la imaginación.

Casa de la fuente pequeña. Pompeya



Los romanos copiaron de los reyes helenísticos y orientales las pinturas en las que aparecían animales exóticos dibujados sobre los muros de sus jardines y pórticos, bien en escenas de caza, bien luchando unos con otros ferozmente o domesticados por la música de Orfeo.

Casa de la caza antigua. Pompeya. Foto Samuel López


Las pinturas que muestran lugares sagrados, columnas, estatuas, templos rurales se llaman sacro-idílicas. Los hombres aparecen orando o haciendo sacrificios, lo que ilustra el hecho de que los edificios que aparecen sean santuarios dedicados a los dioses, probablemente, los que protegían las propiedades y fortuna del señor de la casa. La imagen de actividades cotidianas del mundo rural con escenas de pastoreo refuerza el carácter bucólico del conjunto.

"Observa que hay un río, caudaloso y ondulante, fluyendo fuera de las marismas, por cuyo puente cruzan pastores y cabreros. Si se te antoja alabar el trabajo del artista por cómo ha representado a las cabras, brincando, altivas, o a las ovejas, con su paso reposado, como si sus lanas fueran fardos pesados, o si quisiéramos describir las siringas o los que las tocan, cómo soplan con los labios suavemente posados; en este caso, lo que alabaremos de esta pintura es poco y lo que concierne a la imitación, mientras que dejaremos sin alabanza la sabiduría que contiene o la oportunidad de lo representado que es, a mi entender, lo más importante del arte de la pintura." (Filostrato, Descripciones de cuadros, I, 9 Marismas)

Villa de Agripa Póstumo, Boscotrescase. Museo metropolitan, Nueva York

Escenas relativas al entorno doméstico y la vida cotidiana de los propietarios, como las representaciones de las lujosas villas costeras que poseían también encontraron su lugar en la decoración parietal.

"Studius fue el primero en introducir la atractiva moda de pintar las paredes con villas, pórticos y jardines, bosques, colinas, estanques, canales y ríos - cualquier cosa que uno pudiese desear, y en ellos representaciones de personas paseando, navegando, viajando a sus villas a lomos de un pollino o en carruajes, y además gente pescando, cazando, o vendimiando ... También fue él quien introdujo la práctica de pintar ciudades costeras en terrazas abiertas, produciendo un efecto encantador con mínimo gasto. " (Plinio, Historia Natural, XXXV, 116)

Casa de Marco Lucrecio Fronto, Pompeya


La religiosidad doméstica también tiene su representación pictórica en los hogares romanos. En el lararium se presenta a los lares, solos o acompañados, y frecuentemente en actitud danzante y situados de forma simétrica en torno a una escena. Entre ellos aparecen altares, en ocasiones con serpientes que se enroscan en su fuste, o más frecuentemente el Genius haciendo el sacrificio. A la escena se puede sumar un flautista, un esclavo que lleva a la víctima propiciatoria e incluso la figura de la Juno. También se dibujan alimentos y objetos de uso cotidiano. La parte inferior de estas escenas, perfectamente separada, suele estar reservada a la representación de una o dos serpientes, que se acercan o se enroscan alrededor de un altar con ofrendas en su parte superior.
Pero muchas otras divinidades, con la función de Penates, aparecen también representadas en las pinturas de lararios, junto a los Lares y al Genius o en composiciones independientes: Apolo, Mercurio, Baco, Venus, Hércules, Vesta, Fortuna, o divinidades orientales como Isis.

Lararium con dioses lares y Vesta. Casa del Horno, Pompeya



En el libro VI de la obra de Vitruvio se hace referencia a cómo los griegos más ricos y sofisticados enviaban a sus invitados regalos que contenían productos del campo para que se sintieran cómodos mientras se alojaban en los apartamentos que tenían a su disposición. También explica el motivo por el que los pintores llamaban a las pinturas que retrataban frutas, vegetales y aves de corral xenia, o regalos para los huéspedes. Los primeros cuadros de este tipo aparecieron en las viviendas romanas como pequeñas pinturas dentro de la partición arquitectónica de una pared, pero en las decoraciones posteriores al año 62 d. C., florecieron de un modo sin precedentes y se convirtieron en un motivo ampliamente utilizado.

"Si te gustan los panes con levadura o los panecillos de ocho partes, están aquí cerca, en el fondo de una cesta. Y si quieres pan sazonado con algo, también tienes de ésos: tienen hinojo, perejil y semilla de amapola, que proporciona un dulce sueño; si, por el contrario, deseas sentarte nuevamente a la mesa, manda todo esto a los cocineros, pero mientras tanto ve comiendo lo que no necesita cocinarse." (Filostrato, Descripciones de cuadros, II, 26)

Museo Arqueológico de Nápoles. Foto Carlo Raso

Los amorini o erotes, personajes de origen helénico, que provenían de la figura del dios Eros de pequeño, ya habían perdido su papel divino inicial, y se introducían como figuras que acompañaban a otras, representadas casi siempre en movimiento y con los rasgos de un niño. Su propagación, junto a las de las psychai, niñas con ala de mariposa, tuvo lugar a causa de sus múltiples valores decorativos y simbólicos, así como de su alusión a la diversión amorosa y los placeres de la vida. 

Amorini y Psychai, villa Arianna, Stabia



La imagen de la docta puella, con una tableta encerada que sostiene en la mano izquierda, mientras se acerca el stilus a los labios, refleja el interés del pintor por manifestar el nivel cultural de la joven y su pertenencia a una familia culta y adinerada. Las fuentes literarias atestiguan que la adquisición de una cultura literaria o artística no afectaba a la reputación de las mujeres, y, si se conseguía, era motivo de reconocimiento social.

Teatro de Herculano. Museo Arqueológico de Nápoles. Foto Samuel López


Pompeya era una ciudad cuya economía se basaba mayormente en el comercio y la artesanía. Los propietarios con el fin de ilustrar y publicitar la actividad de sus negocios encargaron una serie de pinturas murales de gran viveza y realismo que mostraban a los trabajadores en la labor que tenían encomendada.

Fullonica de Veranius Hypsaeus, Pompeya. Museo Arqueológico de Nápoles

Estos mismos adinerados propietarios buscarían inmortalizar sus rostros, al igual que se hacía con los bustos escultóricos, a la manera que lo hacían los miembros de la casa imperial y otros nobles aristócratas. La moda de decorar las viviendas con retratos de filósofos y personajes relevantes procedentes de Grecia evolucionó hasta la incorporación de los retratos propios como medio de exhibición de los logros sociales y económicos obtenidos.

"Herenio Severo, hombre muy erudito, tiene grandes deseos de colgar en su biblioteca unos retratos de tus conciudadanos Cornelio Nepote y Tito Cacio y me ha pedido que, si hay alguno ahí en vuestra localidad, como es muy probable, que le encargue copias pintadas… Te pido, pues, que encuentres un pintor lo mejor posible. Pues, si es muy difícil lograr del modelo una semejanza ideal, aún resulta mucho más penoso hacer un retrato de otro retrato. Te ruego que no permitas al artista que hayas seleccionado que se aparte del original, ni siquiera para embellecerlo. Adiós." (Plinio, Epístolas, IV, 28)

Retrato de los propietarios. Casa de Terencio Neo, Pompeya. Museo Arqueológico de Nápoles.
Foto Samuel López

Bibliografía

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