Pink Floyd se convirtió desde ese momento, en un fenómeno musical a escala mundial gracias a este Long Play, considerado por muchos como su obra magna. The Dark Side Of The Moon es uno de los álbumes más vendidos de toda la historia musical contemporánea. A nuestro juicio, creemos que 70 millones de copias dan buena fe de ello.
Sin duda, me faltan adjetivos para describir a una de las formaciones más influyentes, rompedoras y legendarias que ha dado el rock. Mediante este LP, nos mostraron sus inquietudes artísticas, su tremenda calidad musical e hicieron gala de un virtuosismo instrumental fuera de lo común.
Centrándonos en el álbum, octavo de su discografía, se grabó entre 1972 y 1973 en los “Abbey Road Studios” de Londres e incluye 10 pistas. Publicado en Marzo de 1973, fue producido por los propios Pink Floyd y contó con la ayuda del famoso ingeniero de sonido Alan Parsons, un personaje clave en esta obra, que aportó todo un derroche de innovación musical nunca vista hasta la fecha.
Como ya es costumbre, haremos una mención a los músicos que hicieron posible este antológico álbum: David Gilmour (voz, guitarra, sintetizador), Roger Waters (bajo, voz, sintetizador), Richard Wright (teclados, voz sintetizadores) y Nick Mason (batería).
De sencillamente espectacular, podemos calificar al personal adicional que colaboró con Pink Floyd, pudiéndonos encontrar con una espléndida y esencial sección de coros liderada por la gran dama de la canción Doris Troy, Lesley Duncan, Clare Torry, Barry St. John y Liza Strike. Y por supuesto, siempre respaldados por el saxofonista Dick Parry.
Comienza a rodar el vinilo y rápidamente nos trasportará hasta los confines más recónditos del rock espacial. Y es que el lado oscuro de la luna es grande, muy grande, tanto que en ocasiones sentiremos que los Pink Floyd consiguieron descifrar los secretos del vuelo astral a través del rock.
Uno de los puntos álgidos del LP tendrá lugar con el clásico entre clásicos “Money”, monumental tema de los más utilizados por el grupo en sus gloriosos shows en directo. Otra de las joyas musicales que completan el disco es “Time”, extraordinaria composición cortesía de los cuatro jinetes del rock sinfónico.
Y que mejor manera de poner punto y final que con “Eclipse”, célebre pista e inolvidables sus latidos de corazón a bajo volumen. Para el recuerdo colectivo, quedará la frase que pronuncian al cerrar el LP: <<No hay lado oscuro en la Luna, en realidad toda la Luna es oscura>>
Para la posteridad quedará la enigmática portada del disco, en la que podemos visualizar un prisma piramidal refractando una luz, fue obra del diseñador George Hardie.
Y así concluye esta delicia sonora, propiedad de Pink Floyd, los caballeros del rock sinfónico y progresivo. Tiempo después, seguirían obsequiando a la comunidad musical con geniales álbumes como “Wish You Were Here” (1975) o The Wall (1979).
Solamente Pink Floyd, han sido capaces de hacer este disco único y quién sabe si irrepetible.