Fecha: 13 marzo 2015
Asistencia: 2.000 personas
Artistas Invitados: -
Precio: 18 euros
Ceremonioso homenaje a la música como bien supremo
El solo de ‘Comfortably Numb’ es la vida y la muerte en el canto de un duro. Es un motivo para levantarse cada mañana gracias a esa mezcla de elegancia y creatividad que termina generando siempre entre la concurrencia aullidos que bien podrían confundirse con postreros estertores. Porque llegados a ese punto de intensidad, ¿qué importa la oscuridad de la nada?
Y ese fue el colofón a la velada con Pink Tones en el Palacio Vistalegre de Madrid, el punto álgido y concluyente de un concierto de más de dos horas largas a mayor gloria de la música de Pink Floyd, con un repaso a todos sus clásicos, en ocasiones perfectamente calcados, y en algunos otros casos aderezados con nuevos arreglos propios de unos músicos que desprenden indisimulada obsesión por las canciones del fundamental grupo británico.
Esa obsesión les llevó a colocar el escenario en un punto no habitual de la pista de Vistalegre, un lugar conocido por sonar no precisamente genial, pero que en esta ocasión funcionó gracias al empeño y la dedicación de Pink Tones, una banda que pasa por ser la que más fielmente reproduce el cancionero de Pink Floyd al sur de los Pirineos y más allá.
Y vaya por delante que no soy precisamente partidario de los grupo de versiones, aunque tras asistir a conciertos como el de Vistalegre, uno comprende que desempeñan una labor social y que son algo así como Cáritas para los desamparados fans de Pink Floyd, que tienen así una oportunidad especial de desempolvar sus viejas camisetas y disfrutar en directo de las canciones que han marcado todas sus ya talluditas vidas.
En el concierto sonaron las canciones que tenían que sonar, desde ‘Shine on your crazy diamonds’ hasta ‘Money’, pasando por ‘Another brick in the wall’, la soberbia ‘Dogs’, la catedralicia ‘Run like hell’… y el disco ‘Wish you were here’ interpretado de principio a fin para jolgorio de la parroquia.
Destacable es la ambición de Pink Tones pues, como músicos, no se conforman con salir, tocar y largarse dejando tras de sí un repertorio que en realidad no les pertenece. Pero su amor por las canciones les lleva a contar en determinados momentos con una sección de viento y de cuerda de una decena de piezas, así como con unas coristas intermitentes y una pequeña coral de voces masculinas y femeninas.
Incluso para ‘Atom heart mother’, aparte de la mencionada orquesta, contaron con una inquietante, evocadora y enmascarada vocalista lírica enfundada en una túnica blanca, dando como resultado uno de los momentos más lisérgicos de la noche. Así trasladaron hasta Vistalegre Pink Tones lo que ya habían hecho en las ruinas romanas de Segóbriga el pasado mes de abril, en un guiño muy de fan al famoso concierto de Pink Floyd en Pompeya.
Porque cualquier pequeño gran detalle se revela como esencial para estos fans que un día sintieron la necesidad de subirse al escenario para homenajear a sus ídolos (y que gracias al cielo no se molestan en intentar parecerse físicamente, detalle por lo general ridículo). Y a base de eso, de tocar, casi sin darse cuenta han terminado pasando por las salas más importantes de todo el país, hasta congregar a cerca de 2.000 personas este viernes en el Palacio Vistalegre de Madrid.
2.000 personas que paladearon cada pasaje de un concierto progresivamente torrencial, que desembocó inevitablemente en ‘Comfortably Numb’, cuyo majestuoso solo es recibido con la impaciencia de quien espera una crucial noticia de las que te cambian la vida. A mejor, claro. Y por eso la gratitud recíproca termina siendo el sentimiento que supura mientras una foto de Pink Floyd preside el escenario. Amén pues.