Los niños de infantil, pintamos con agua y luz, creando formas imaginando nuevos mundos.
El pensamiento creativo requiere construir y destruir, una mayor apertura de mente porque no se considera nada como un hecho fijo, y se elaboran múltiples respuestas ante un mismo problema, en el que tienen cabida los fallos o las imperfecciones. Conforme el niño va creciendo, las acciones mentales se van haciendo más flexibles, más móviles y más ligadas entre sí; se agrupan por relaciones o por asociaciones en las que la acción y el lenguaje son instrumentos que generan estos avances. El cuerpo de los niños interviene en su totalidad junto con sus diversas modalidades perceptivas coordinadas entre sí, también la parte afectiva y las interrelaciones sociales. Toda esta amalgama forma la identidad del niño y, por tanto, de la persona adulta. Un conjunto de experiencias creativas en el aula ayudan al desarrollo, no ya sólo del pensamiento y del aprendizaje, sino también del concepto de sí mismo.
Los niños de infantil, pintamos con agua y luz, creando formas imaginando nuevos mundos.
Los niños de infantil, pintamos con agua y luz, creando formas imaginando nuevos mundos.