Mil novecientos diecisiete.
Mi adolescencia: la locura
por una caja de pintura,
un lienzo en blanco, un caballete.
Felicidad de mi equipaje
en la mañana impresionista.
Divino gozo, la imprevista
lección abierta del paisaje.
fluye el color de la paleta,
que alumbra al árbol en violeta
y al tronco en sombra de morado.
Comas radiantes son las flores,
puntos las hojas, reticentes,
y el agua, discos trasparentes
que juegan todos los colores.
El bermellón arde dichoso
por desposar al amarillo
y erguir la torre de ladrillo
bajo un naranja luminoso.
El verde cromo empalidece
junto al feliz blanco de plata,
mas ante el sol que lo aquilata
renace y nuevo reverdece...
ya es una ninfa fugitiva
que el ojo busca clavar viva
sobre el espacio más preciso.
Clarificada azul, la hora
lavadamente se disuelve
en una atmósfera que envuelve,
define el cuadro y lo evapora.
Diérame ahora la locuraque en aquel tiempo me tenía,para pintar la Poesía,con el pincel de la Pintura.
1917 Poema de Rafael Alberti, España(1902-1999)
Todas las pinturas son de Henry Matisse Francia (1863-1954)Dos maestros; uno del color en la pintura y otro del color en el verso...