Pio VII

Por Joaquintoledo

Pacelli como Papa

Se dice que una de sus primeras medidas fue mandar a buscar la tumba de Pedro, para así poder confirmar el hecho de que la Iglesia Católica se construyó sobre el eterno lecho del apóstol. Además,  también firmó un documento en el que  expresaba su renuncia en caso de ser hecho prisionero por los nazis. Desde un inicio intentó desligarse de todo lo relacionado a este enorme problema para Europa que representaba Hitler ya que había vivido muchos años en Alemania y sabía muy bien de la mentalidad germana y la situación por la que había pasado el país, así que  su papado tenía un gran reto por delante. El nuevo Papa, llamado Pío XII, hizo su mayor esfuerzo para limpiar a la Santa Sede de cualquier tipo de postura que coincidiera con la del nazismo.

Su primera encíclica como sumo pontífice condenaba el totalitarismo, la que  por supuesto, fue muy criticada y se ganó otra vez el odio de Hitler. A esta altura, quedaba preguntar qué haría Berlín con respecto a la Santa Sede. Mussolini había ya firmado el Pacto de Letrán con el Vaticano unos diez años antes, (en 1929), y por cierto, Italia era aliada de Alemania en la guerra, pues formaba parte del Eje.

Esto ponía en una situación muy difícil a Pío XII. ¿Qué hacer exactamente?; ¿cuál era el procedimiento que debía seguir su Iglesia? Cuando el conflicto comenzó, la Santa Sede se mantuvo neutral tal cual en la primera guerra hizo su antecesor. Obispos alrededor de toda Europa lanzaban quejas a Roma, juzgando la persecución a los judíos, minorías étnicas, testigos de Jehová, homosexuales y comunistas; así como los rumores acerca de los campos de exterminio.

Pío XII, oficialmente, no hizo nada para presionar a Alemania. Sabía que su voluntad era letra muerta. Cuando Berlín ya casi tenía la guerra perdida, el Papa debió enfrentar la amenaza que provenía de la URSS, lo cual se tornó en un nuevo problema pues las olas de persecuciones continuaron. Las investigaciones posteriores al conflicto determinaron que si bien Pío XII ayudó a muchos judíos  dándoles bautizos rápidos con el fin de camuflarlos, además de las identificaciones falsas y hasta albergues,  también se mantuvo totalmente ajeno a cuestiones sobre demás prisioneros de guerra tales como comunistas, homosexuales o Testigos de Jehová, lo que ha generado protestas generalizadas contra el Vaticano hasta el día de hoy.

Lo que también fue comprobado tocando  el límite   de tolerancia fueron sus contactos con algunos nazis quienes salvaron millones de dólares en cuentas del Vaticano lavando dinero o pasándolo a los bancos de la Santa Sede. Por si fuera poco, Pío XII tuvo conocimiento de que muchos obispos en el mundo ayudaron a nazis criminales de guerra a salir de Europa para que puedan marchar a otras partes del mundo como Sudamérica. Finalmente, durante el conflicto también dio el visto bueno para que muchos monasterios u obras arquitectónicas sean destruidos por los aliados con el fin de vencer la resistencia alemana y avanzar rumbo a Roma. El monasterio de Monte Cassino hecho trizas es un ejemplo.

La post guerra

Pero no habría descanso para Pío XII  pues terminada la guerra tuvo un nuevo reto por delante  teniendo ya una carrera bastante controversial debido a las críticas que surgieron en contra de la Iglesia Católica; nos estamos refiriendo al comunismo. Este  era pues un nuevo régimen totalitario impulsado por la URSS  que tenía muchos partidarios en Italia.

Ahora bien, Pío XII no tuvo mejor idea que declarar que todo aquel italiano declarado católico y a la vez comunista, fuese excomulgado. La postura de la Santa Sede frente a la Guerra Fría parecía muy clara, inclinándose hacia el bando de los Estados Unidos, lo cual nuevamente le granjeó más y más críticas. Si bien el despotismo de Moscú era reconocido, una fe ciega en los anglosajones fue algo controversial, pues Washington no estuvo exento de errores durante el enfrentamiento. Empero, con esta decisión, Pío XII marcó la línea que todos sus seguidores tendrían.

En los años sucesivos sus declaraciones acerca de perdonar a los criminales de guerra, con el fin de mejorar las relaciones entre las naciones  no encontró eco, sólo más desprestigio. Aún así el  Sumo Pontífice solicitó perdón para todos los que fueron condenados a muerte, en especial alemanes, italianos y japoneses, los perdedores. Pío XII también siguió manifestándose en contra de las dictaduras como la de Franco en España, Trujillo en República Dominicana y Perón en Argentina.

El 9 de octubre de 1958 falleció en la villa papal de Castel Gandolfo. Aún se discute acerca de su hipotética beatificación, lo cual por supuesto, llegado el momento, volverá a causar grandes revuelos entre la opinión pública.