Era el partido de la revancha. Ya el equipo colombiano había perdido 10-7, hacía seis días, su primer partido con el mismo rival, Finlandia. Fue un partido que se creía ganado luego de conseguir un sufrido empate 7-7. Colombia sintió que en ese debut harían historia, pero sobre el final, el equipo de Suomi marcó tres goles, sentenciando la derrota del conjunto tricolor. Esta era su segunda oportunidad. Las colombianas sabían que tenían con qué ganar y que ese triunfo las dejaría mejor posicionadas en el escalafón mundial. En menos de siete minutos las colombianas iban ganando 2-0, el plato de la revancha ya estaba servido, pero no era nada fácil, pues el rival las superaba en experiencia y en estatura, por lo que el empate no demoró en llegar. Desde ese momento fue un toma y dame en el que la diferencia siempre se mantuvo a un gol. Cuando el cronómetro marcaba el minuto 30, fin del primer tiempo, el marcador era 5-5. Adriana Piernagorda, una de las cuatro entrenadoras, dio una voz de aliento y se calcularon unas cuantas estrategias. Tenían la certeza de que ese partido se podría ganar. En medio de la evidente tensión sonaron unas palmas marcando el ritmo de una tonada que siempre las ha identificado: la mítica canción de Queen, We will rock you. El ánimo y la convicción de que se podía ganar no tardaron en llegar. Comenzó el segundo tiempo. Colombia marcó el sexto gol, pero fue anulado por una falta inexistente. Eso no desanimó a nuestras representantes. Las finlandesas estaban arrinconadas. Pero el pulso continuaba. Faltando nueve minutos para el final fue anulado el gol número nueve, que pondría a ganar al equipo colombiano: si fue gol de Yepes, también fue gol de Julia, una americana de 16 años que juega en el equipo colombiano por ser su padre nacido aquí. Colombia sintió que harían historia pero la rudeza de las rivales y un par de desacertadas decisiones arbitrales se confabularon para que el equipo finlandés, a tan solo tres minutos del final, marcara tres goles, sentenciando así la derrota del equipo tricolor. Finlandia ganó 11-8. Este sueño comenzó hace dos años y medio, cuando Adriana Piernagorda, una joven estudiante de ingeniería química, vio en un parque capitalino a un pequeño grupo de personas jugando con unas varas que tenían una red en un extremo, con las que se lanzaban una bola y trataban de hacer goles en un improvisado arco. La curiosidad que siempre la ha caracterizado la llevó a acercarse a preguntar qué jugaban. Johana Sanabria le dijo que eso es un deporte llamado lacrosse y la invitó a que se uniera al juego. Desde ese momento la pasión por el deporte las llevó a comprometerse con este, de tal manera que con el tiempo intentaron formar la selección Colombia femenina de lacrosse, pero debido al poco apoyo y la falta de determinación de algunas de sus integrantes, este sueño se esfumó. Miles Makdisi, un joven americano a quien podemos considerar el precursor de este deporte en Colombia, motivó a las dos chicas a que no perdieran la ilusión. Lotty Lawrence es una británica que inmediatamente después de su graduación decidió arriesgarse y venir a Colombia, invitada por un amigo británico que ya vivía en el país, motivada tan solo por aprender español y conocer la calidez del pueblo colombiano. Sin saber el idioma y sin trabajo tomó el riesgo y terminó dictando clases de inglés en un colegio de Pereira, donde conoció a Miles Makdisi y descubrió que tenían en común la práctica del lacrosse. Luego ocurre lo que ella llamaría el mejor accidente de su vida: conocer a Adriana y Johanna, quienes le comentaron su deseo de formar un equipo de verdad. No fue nada fácil, por ese tiempo la selección masculina de lacrosse, dirigida por Makdisi, participaba en el Mundial del 2014. La experiencia fue muy grata para todos, en especial para Lotty, pues fue quien actuó como mánager del equipo, sin importar que tan solo lograron ganar un partido, contra Costa Rica. Pero gracias a esta experiencia tomó una osada decisión: participar con una selección Colombia en el mundial femenino de lacrosse, categoría sub-19. El único problema era que ni Johanna ni Adriana ni las otras chicas que conocía tenían la edad reglamentaria, pues ya pasaban de los 19 años. Y si querían participar deberían desde ya empezar a reclutar chicas y, lo más procupante: tan solo tenían seis meses para hacerlo. Las tres se dieron a la tarea de buscar en colegios a jóvenes a quienes les pudiera interesar el lacrosse. Finalmente lograron conseguir a las 20 integrantes del equipo (cuatro en Pereira, tres en el colegio de la U. Nacional, cuatro que viven en EE. UU. y tienen vínculos familiares con Colombia, una del colegio Nueva Granada, cuatro amigas y cuatro alumnas de la Fundación Hogar Nueva Granada, un programa educativo que hace parte del colegio Nueva Granada, que consiste en dar educación a niños de bajos recursos. ¿Y quiénes son estas pequeñas deportistas, claves en esta historia?: Elizabeth Anacona, “La Morsa”, una pequeña de 15 años que esconde su timidez y unos risueños ojos detrás de unas gafas que le dan un aire de intelectualidad, llegó a este deporte porque, al igual que a las demás, les llamó la atención lo raro que resultaba para ellas. Dejó de ver televisión para encontrar qué hacer y así es como en tan solo seis meses se ha convertido en una veloz delantera. Su baja estatura y su rapidez desconcertaron a más de una defensa del equipo rival. Laura Marcela Méndez, de 16 años, conocida como “España” por un pequeñísimo error geográfico, cuando decidió practicar el lacrosse sintió que se le vendría el mundo encima, pero por el contrario, encontró el apoyo incondicional de su familia. Y desde que lo practica asegura que no existe mejor terapia para el mal genio y el estrés por el que pasa toda adolescente. Eso sí, es inevitable controlar el demonio cuando se trata de evitar los ataques del equipo rival, pues con ella hay garantía de una recia defensa. María Fernanda Segura, de 17, inicialmente creía que no podría lograrlo, pero su disciplina, entrega y el compromiso con los arduos entrenamientos que empezaban a las ocho de la mañana y terminaban a la seis de la tarde, la llevaron a ser una gran estratega, su cabeza fría le permite equilibrar el juego en los momentos de mayor tensión. Siempre ha creído que todo buen deportista debe llegar a sus límites. Tan es así que una lesión casi la deja por fuera del mundial, pero a diferencia de lo que pasó con Falcao, a ella sí la llevaron. Según Lotty, su seriedad y su compromiso la hacen la “mamá” del equipo, sería impensable no llevarla. Por ultimo está Fernanda Bolaños, “La Leona”, una pequeña de 15 años y que con escasos 1,50 metros de estatura es considerada el alma del equipo. Ella no se dejó intimidar por los ataques de algunas delanteras corpulentas hasta de 1,80m de alto. Su carácter y su entrega contrastan con su alegría, cualidades que la llevaron a ser considerada unas de las jugadoras más destacadas del mundial. Lotty dice que no ha visto actitud más aguerrida en toda su vida y concluye: “Yo me siento muy privilegiada al trabajar con ellas. Este viaje ha cambiado mi vida de manera que no puedo explicar. En serio, ¡nadie puede entender lo maravillosas que son Johanna, Adriana y todas estas niñas!”. Pero… todos los sueños –y más los deportivos– necesitan de dinero. La ilusión de Lotty, Johanna, Adriana y las veinte chicas no se hubiese podido materializar a punta de ganas, talento y disciplina, teniendo en cuenta que ni Coldeportes ni ninguna entidad estatal apoya el lacrosse, porque aún no es reconocido legalmente como un deporte en Colombia. Necesitaban dinero para viajar a Escocia y ahí fue cuando apareció Bruce Herzfelder, un americano de gran corazón nacido en Bogotá hace 56 años, empresario veterinario, amante de los animales y el lacrosse, quien desde los cuatro años no regresaba al país y conmovido por la titánica labor realizada por Lotty se dio a la tarea de donar dinero y conseguir recursos para que el sueño mundialista se hiciera realidad. Además, por ser de origen colombiano, su hija Julia (a quien le anularon el gol) también hace parte del equipo. Este equipo hizo historia en los mundiales de lacrosse, fue el primero de Latinoamérica que participó en este torneo, se enfrentó a selecciones de categoría y no cedió ante la trayectoria de sus rivales. Colombia venció a Israel y a Corea, los otros dos equipos que participaban por primera vez en este torneo y que tenían mayor experiencia. Las colombianas alzaron el trofeo al espíritu deportivo y Fernando Bolaños recibió el Crazón del Lacrosse, un trofeo que representa la pasión y el respeto por este deporte. Así, queda claro que este grupo de mujeres, a pesar de los resultados, dejaron el nombre de Colombia en alto y tal vez en algún tiempo gracias a ellos veamos más personas en los parques practicando un deporte que por ahora es una novedad en nuestro país. Hay dos cosas que no olvidarán los asistentes al Mundial Femenino de Lacrosse Sub-19 realizado en Escocia: la pasión con la que el equipo colombiano entonó el himno nacional y cómo este conmovía a los asistentes. Y cómo unas niñas que acababan de perder un partido definitivo ante Finlandia invitaron a su equipo rival a bailar en mitad de la cancha al ritmo del Rastastás.
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