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Después de habernos informado debidamente sobre las circunstancias en las que vivió el pobre Piotr Tchaikovsky en la entrada que escribí anteriormente, ahora os contaré las anécdotas que rodean algunas de sus obras. Algunas son geniales, sobretodo la de la Obertura 1812, que me ha dejado sin palabras.En el audio vais escuchar de fondo, como no, mi obra preferida: Concierto de violín (El primer y espectacular movimiento). Lo escuché por primera vez cuando la interpretaba, por aquel entonces el desconocido y ahora sex symbol violinístico, David Garrett. La versión que más me gusta es la de Vladimir Spivakov, un maestro.
El CASCANUECESEl Cascanueces es un Ballet que consta de un montón de piezas cortas, todas con carácter danzable, evidentemente, si no, no sería un ballet. Tras su estreno, tuvo muchos elogios, pero también muchas críticas. “Desde el punto de visto de la danza, es una minucia; desde el artístico, una nulidad; y desde el del destino artístico de nuestro ballet, un nuevo paso hacia el declive” Toma ya.Durante años desapareció de las salas de conciertos, hasta que a mediados de los años treinta, diversas compañías de ballet lo redescubrieron y lo llevaron fuera de Rusia, a Estados Unidos, allí tuvo un gran éxito, se coreografió entero y desde 1960 es el Ballet que más se representa.
OBERTURA 1812Escrita para conmemorar la derrota rusa de Napoleón. Además de varios instrumentos de viento, indispensable para el sonido militar, la orquestación incluye cañones, lo que a aparte de resultar novedoso e interesante, puede llegar a resultar peligroso, si no, mirad lo que ocurrió en 1978, mientras la Real Orquesta Filarmónica de Liverpool la interpretaba, al más puro estilo de Benny Hill.“Los miembros de la orquesta se sorprendieron al ver que dos cañones apuntaban por encima de las cabezas de los músicos de la sección de viento-metal (los metaleros), y por tanto directamente al público. El director manifestó su inquietud, pero los expertos pirotécnicos le aseguraron que siempre lo habían hecho así y que nunca había pasado nada.Cuando se disparó el primer cañón, salió una estrepitosa llamarada. El ruido fue tan impresionante que la orquesta quedó ensordecida y siguió adelante como pudo, a pesar de que las nubes de humo ocultaban al director. Cuando sonó el segundo cañonazo, uno de los primeros violines, una mujer, saltó de la silla y salió corriendo y gritando del escenario. Un intérprete de tuba salió despedido y se acurrucó en el suelo durante el resto de la interpretación. No se sabe cómo, pero la orquesta logró tocar la pieza hasta el final. El público, asombrado, quedó cubierto de hollín, con su inmaculada ropa tiznada de un color gris mugriento. Entre bambalinas, hubo que sujetar a un trompa para que no pegara a uno de los pirotécnicos.Al parecer la pobre violinista que huyó del escenario sufrió un ataque de nervios, por lo que recibió una dispensa especial para no volver a interpretar la pieza con orquesta”.Todo un plan para un sábado por la noche.
Bibliografía:
FERNÁNDEZ ARBÓS, Memorias de arbós: Madrid LUNDAY, ELIZABETH: Vidas secretas de Grandes Compositores: Barcelona: Océano, 2012